Crítica / Música

A voces contra la violencia de género

El tercer concierto "#MeToo" congrega a grandes cantautoras del panorama nacional

Habrá quien opine que este festival es una excusa para montar un concierto o quien se pregunte qué tiene que ver la música con la violencia de género. Pero la historia nos ha demostrado que los problemas sólo se solucionan cuando se abordan desde diferentes ámbitos, cuando no se quedan en la conmemoración de turno en "el día de" y cuando es la sociedad en su conjunto la que se implica en encontrar soluciones. Con este espíritu se celebra el "Concierto #MeToo: Voces contra las agresiones sexuales", que en su tercera edición llenó el salón de actos del colegio Jovellanos el pasado viernes.

Música en directo en un colegio para poner el acento en la importancia de la educación en esta lucha, porque es en la concienciación de los más jóvenes donde está la esperanza de una sociedad que no se deje arrastrar por el patriarcado, y porque la música es un potente lenguaje con el que convivimos desde pequeños, una herramienta de comunicación y un poderoso instrumento de construcción sentimental y afectiva. Por eso es tan importante que la lucha contra la violencia de género se cante.

El concierto comenzó nada más abrir las puertas, con "La Gringa en Cuernavaca" rindiendo homenaje a grandes voces femeninas de la música estadounidense. A continuación, "Pauline en la Playa" seleccionaron de entre su repertorio algunos temas acordes a la temática del concierto, como "Mi bañera" o "Auuu". Composiciones que rezuman talento y a las que estas gijonesas saben dar el aire adecuado en cada formato.

Cabía esperar que el sonido no fuera gran cosa, tratándose de un colegio, y sin embargo resultó ser perfecto para el formato acústico con el que actuaron todas las artistas. Carmen Boza salió al escenario con su guitarra eléctrica y empezó a desplegar esa mezcla de blues y rock en la que se mueven sus canciones; riffs, grooves y punteos marcados por el buen gusto para acompañar una voz que se mueve con total libertad entre lo lírico y lo rasgado, jugando con un efecto de octavador que multiplica los registros de su timbre vocal.

Anni B. Sweet llegó con su nuevo disco, temas en castellano que siguen la senda de su estilo personal, esa mezcla de folk y pop que lleva madurando durante más de una década. La malagueña compone una música llena de luz, que se expande cómodamente por progresiones armónicas bien pensadas.

La sonoridad lo invade todo, y sobre la base instrumental la voz de Anni se impone con autoridad, marcando el discurrir de cada canción. Por último, Anabel Santiago dio muestras de su versatilidad y eclecticismo, y en cuatro temas transitó por la tonada, la ranchera y la música tradicional reinterpretada en clave de rock y electrónica. Un fin de fiesta por todo lo alto y con claro acento asturiano.

Así finalizaba un recital conducido por Ana Viñuela, que además de las presentaciones de rigor dio voz a las artistas con breves entrevistas que evidenciaron lo normalizado que está el machismo en el panorama musical. Desde la escasez de artistas femeninas que sirvan de modelo a cuestionamientos sobre su labor o su talento como instrumentistas, compositoras o productoras, pasando por las etiquetas de "lo femenino" que siempre han acompañado su trayectoria musical; estas son cuestiones que afloraron en todos los casos (rock, indie o música tradicional), demostrando que el patriarcado es transversal y que por eso debe ser combatido desde diversos ámbitos. Por supuesto, también con música, uniendo voces.

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