Quizás acostumbramos a dar baños de elogios a las personas después de fallecidas, pero en este caso, en mi etapa final en la Fundación Masaveu, no dudé en darle las gracias por todo el apoyo y la ayuda que siempre me brindó. No hacía falta que fuese tu tutor, incluso ni que te diese clase, él siempre estaba ahí para lo que necesitases.

Avelino era un buen hombre, posiblemente ese sea el mejor resumen, aunque para el que no lo conociese bien se escondía detrás de una persona seria, recta y con las ideas muy claras. Era un gran profesional de la enseñanza, de los que ya cuesta encontrar, sabía imponerse cuando era necesario, y también relajar la tensión cuando lo veía conveniente. Tenía don de mando y sabía usarlo.

Todos los que pasamos por esas aulas sabemos que era una institución dentro de la Fundación Masaveu, y seguramente los cimientos de la misma se van a ver seriamente dañados con su marcha.

Inculcaba valores cada día más perdidos; en general, en este centro te enseñan, ante todo, a ser personas y profesionales en el ámbito laboral.

Me duele en el alma esta pérdida, y por eso desde aquí quiero hacer un pequeño homenaje a un hombre que dedicó su vida a los jóvenes, una persona que siempre ayudaba en todo lo que podía a los alumnos.

Descansa en paz, Avelino.

Siempre en nuestro corazón.