evelio g palacio

Cien años de soledad

Evelio G. Palacio

El protocolo de Macondo

Él: Cómo nos vamos acostumbrando.

Ella: Esto es un manual de vida.

Ella, profesional vinculada al sector sanitario, quedó en casa porque era lo conveniente. A él, por precaución, le recetaron teletrabajo y reclusión. Cuarentena consorte.

Una semana. Queda menos. Parece un siglo. Las cosas cambian por minutos. Nadie alberga la certeza de lo que ocurrirá en una hora. Él supo el primer día lo que era esa "disciplina" que tanto cacarea Pedro Sánchez cuando ella, índice en alto, le ordenó muy seria: Tú, a otra cama. Ay, esto pinta feo. El encierro impone un protocolo que hay que cumplir a rajatabla para amoldarse. En el nuevo mundo todo son protocolos y grupos de whatsapp. El de Macondo incluye toma de temperatura mañana y tarde. El termómetro no deja de bajar. Por los 34 grados y cayendo. Complejo de lagarto. Mejor. Hace falta sangre fía.

En pie a la misma hora de siempre, para no abandonarse y contagiarse de pereza. Antes del desayuno y la ducha, inspección de canes, manzanos y gallinas. Javier advierte: "Creo que no hará falta que te recuerde que por una manzana entró el pecado en el mundo. Mesura hasta en el sufrimiento". Dicen que hay que susurrar a los manzanos para que la pomarada prospere.

El más empinador de los habitantes de otro pueblo anda por ahí exultante: "Y luego os reíais de mí cuando soplé hace dos meses. Ahora todo el mundo busca alcohol y está lleno de positivos". Probablemente se trate de una leyenda urbana.

Ella va armada con mochila desinfectante: un espray de solución casera. Ventila estancias y asalta compulsiva pomos, baños, pasamanos y suelos. ¿Suelos? Sí, que el monstruo perdura en los zapatos, déjalos fuera. A cada pasada, ameniza el recorrido con categóricas sentencias: "Estoy eliminando virus". "Esto es la Tercera Guerra Mundial". "Un ataque químico debe de ser horrible". "Cuando entre una mosca, cierra la ventana". "No sé cómo se aburre la gente". Y son varias al día las incursiones de este ángel exterminador.

Dejé de contar el lavado de manos en la vez 155. No sé, por parar en un número. Ella dice que le hablaron de una persona que se las lava hasta 45 veces en una jornada. Las mascarillas ya circulan en el mercado negro. De los tiempos del cólera a los tiempos del virus, los viles aprovechados nunca mueren. Con todo, la mayor dificultad del encierro consiste en no dejarse dominar por pensamientos desagradables. Si tu mente te habla, no le hagas caso. Esto lo repite ella.

José Luis amenaza con enviar la UME para impedir los viajes al kiosco. Hay que arriesgarse, no existe otra vacuna contra la infodemia, esa peste moderna. Pascual solo difunde noticias positivas: "Una abuela china de 103 años se ha recuperado completamente del COVID-19". Ramón relee los diarios de sesiones de la II República antes de subirse una hora en la bicicleta estática. A pedalear sin cadena. Hay vida. Sí, hay vida. Llegó la primavera y la sangre de "Kiko" altera. No deja de ladrar y perseguir aves. Qué pesado.

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