Myriam Mancisidor

En casa con Selva y Mikel, diario de un aislamiento en familia

Myriam Mancisidor

Caballitos por menos de tres euros

La cuarentena nos está dando varias lecciones. Después de esta experiencia podemos confirmar que los peques solo necesitan un poco de tiempo para demostrar que son la caña. Selva y Mikel están cansados, sí, pero cada día nos demuestran que con muy poco son capaces de construir su mundo: una cabaña con un mantel viejo, un arcoíris con un puñado de pinturas, un teatro de sombras en una pared o una discoteca con tal de que uno cante. Tampoco es todo color de rosa: se enfadan, se pelean, se tiran del pelo, se quitan los juguetes? ¡son hermanos!

Hemos aprendido también que para pasar el aislamiento no hace falta descargarse las últimas veinte aplicaciones más top al móvil, ni siquiera las gratuitas. Tanto es así que hemos decidido que Selva haga únicamente los deberes del cole, a su ritmo. En los últimos días hemos sentido la presión de que de esta cuarentena tenía que salir hablando inglés como poco y con título de mecanografía. Los niños tienen que ser niños y hay que dejarles que lo sean.

Ayer Selva desayunó tarde. Primero quiso jugar un poco, mejor dicho, pintarse. Se maquilló como si fuera la musa de Picasso y se quedó tan pichi. Mikel me ayudó a pasar la aspiradora que, por cierto, tiene ya la bolsa a punto de reventar y sin recambio. El suelo no quedó muy reluciente, pero la máquina hizo las veces de caballitos de feria y por menos de tres euros el viaje. Luego llegó la hora de teletrabajar. Selva se sentó a mi lado y leyó un cuento que escribimos para practicar algunas letras: "Lupe aupó a Leo y Paula el patín. El león la lió y Lolo pisó al sapo". No tiene mucho sentido, pero a ella le hizo mucha gracia.

Mientras Vicen cocinaba con Mikel carne guisada con verduras, y entre llamada y llamada del trabajo, charlamos un poco. Ayer estaba mucho más animada. Y descubrimos por qué: "Es viernes". Tiene razón (una vez más), los viernes siempre son días de festejar. Después de comer terminamos unas fichas y mientras mamá regresó al teletrabajo, el resto jugó al parchís. Luego cumplimos con nuestro pequeño ritual de ejercicio diario que Selva se empeña en llamar zumba, pero os prometo que no es tal cosa.

Y así llegó la noche. Selva y Mikel salieron entusiasmados a la ventana. La noche anterior disfrutaron con el paseíllo de sirenas de policías por nuestra calle. Ayer no hubo tal cosa, pero volvió a sonar la música. Esta vez pinchamos nosotros. El tema lo eligió Vicen: "Resistiré", pero de Barón Rojo.

Compartir el artículo

stats