Los ciudadanos están asustados. El coronavirus es nuevo. ¡Hay tanto que aún no sabemos cómo hacer! La gente no ha aprendido a dejar de estrechar la mano. Todavía se abrazan. No abren puertas con el codo. No se lavan las manos después de tocar el pomo de una puerta. No desinfectan las mesas antes de sentarse. Cuando tengamos suficientes mascarillas, también podremos usarlas fuera del ámbito del sistema de salud. En este momento es mejor reservar las mascarillas para los trabajadores de la salud. Pero si no fueran escasas, las personas deberían usarlas en su vida diaria, lo que hace menos probable que infecten a otros cuando están enfermos, y con un entrenamiento adecuado también reducen la probabilidad de que los usuarios se infecten. (Mientras tanto, usar algo es mejor que nada).

Todas estas son formas bastante baratas de reducir la velocidad de transmisión. Cuanto menos se propague este virus, menos medidas necesitaremos en el futuro para contenerlo. Pero necesitamos tiempo para educar a las personas sobre todas estas medidas y equiparlas.

Sabemos muy poco sobre el virus. Pero cada semana se están elaborando cientos de nuevos artículos. El mundo finalmente se une contra un enemigo común. Investigadores de todo el planeta se están movilizando para comprender mejor este virus. Las respuestas claras sobre lo que desconocemos del virus vendrán en semanas, no en años.