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Un poco de chorizo

El guion que Pepe el Ferreiro no siguió

Escribo esta despedida a Pepe el Ferreiro con un nudo en la garganta, sin corbata y apulmonao, como se decía antes, para expresar un disgusto muy grande que no te deja respirar.

Se va otro paisano, cuando necesitamos más que nunca de personalidades como él, aunque ya quedó malherido hace unos años por aquella puñalada trapera que le asestaron con alevosía cuando le quitaron las riendas de su obra. Que hacía las cosas a su manera, dijeron, no seguía el guion.

Pongamos en la balanza lo que hizo Pepe de bueno y de malo y apliquemos el mismo rasero con los que escriben esos guiones para los demás, porque ellos tampoco los siguen al dedillo. A favor, creo, varios municipios del Occidente asturiano que salieron beneficiados de una u otra manera por su voluntad inquebrantable de andar por los pueblos recogiendo "chatarra" que nadie quería y con todos aquellos trastos hacer un monumento a la etnografía. Miles de personas cada año, visitando el lugar, comiendo, tomando algo, comprando miel, gastando cuartos. Mientras descansaba, Pepe también tuvo tiempo de andar escarbando en el Chao San Martín, ahí el monumento ya estaba hecho, pero enterrado, quien lo destapó fue él.

Ay, las francachelas que organizaba en el Museo para sus amistades. Confieso que en alguna de las visitas que hice con familiares y amigos piqué algo de chorizo tomando un vaso de vino en la tienda-bar del Museo de Grandas de Salime y probé un chupito de orujo de la tierra sin pagar por ello; también llevamos algunas herramientas de la fragua de mi abuelo, otro Pepe el Ferreiro, para su colección, sin pedir recibo alguno.

El guion que Pepe el Ferreiro no siguió, según los linchadores, es el mismo que obliga a los que reparan las cabanas de teito en Somiedo, a presentar factura de las escobas cortadas en el monte y utilizadas para teitar, para solicitar una pequeña subvención. De esas mamandurrias viven muchos. Y pedirán un proyecto de un aparejador para cambiar una viga o sustituir unos cabrios en un pajar. Los únicos aparejadores que hay en los pueblo para esas obras menores son los que aparejan las caballerías. Adriano, el que tuvo muchos años el último bar de mi pueblo, cerró el mostrador cuando le pidieron declaración de la renta por módulos, trípodes y logaritmos. Con lo fácil que hubiera sido hacerle una transición digna desde su puesto de factotum a director emérito del Museo de Grandas, pero no, tenía que haber sangre. No hay en todo el mundo papel de fumar suficiente para cogérsela con tanta finura.

Pasemos por el mismo rasero a muchos de los que mangonearon esta región. A los que despilfarraron cuantiosos caudales en caprichos de autobombo, auditorios y centros de interpretación, la mayoría cerrados. A los que maltrataron la Universidad Laboral por ser "franquista", embutiendo en ella la tómbola de la señorita Pepis, la muñeca chochona, Laboral Centro de Arte, la TPA, la imprescindible Delegación del Gobierno en Gijón. Gen Santa!, que diría Forges. Una Delegación del Gobierno a 25 km de Oviedo? Un edificio impresionante que hubiera sido una gran universidad politécnica.

Podemos también mencionar a Villa el Mineru, que trastocó los presupuestos de Asturias por sus imposiciones sindicales al Gobiernín. O al Consejero que tuvo media Asturias trabajando para su hijo.

Pepe el Ferreiro no tenía mano izquierda. Con la gente de los pueblos, sí, para convencerlos de que le dejasen aquellos trastos para el Museo. ¿Pero qué Museo, quién va a conducir cien kilómetros hasta aquí pa ver un llaviego y dos candiles? Otra cosa era con las autoridades, ahí dio con pocas personas competentes, gracias a ellas hay Museo, esperemos que lo siga habiendo. Claro, Pepe entraba en los mausoleos de la democracia, veía gente ociosa y empezaba a hablar de gandaya, y así es difícil hacer amigos. Ciertamente, Pepe no era (muy) político.

Si han visto la película "Esencia de mujer", la del militar ciego insoportable que no se aguanta ni a sí mismo, hay una célebre escena con el alegato de Al Pacino en defensa de un alumno del colegio elitista donde se encontraban: "¿Colegio cuna de líderes? Tengan cuidado con los líderes que están formando aquí".

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