Peñalver, "de dentro a fuera"

La capacidad artística de crear un mundo de la nada con un papel y un lápiz

"Montaña", es el título de una obra en papel recortado y lápiz de color que recibe al visitante en "De dentro a fuera", la exposición de Guillermo Peñalver en la galería Gema Llamazares de Gijón. Su impronta, familiar para los que desde hace tiempo seguimos su trayectoria, se muestra en esta pieza especialmente renovada, los plegados y ensamblados son muy voluminosos, dominando un fuerte contraste formal entre la rotunda perspectiva de una carretera y el capricho irregular de la orografía montañosa. El color se advierte con fuerza en un creador que ha venido profundizando en el reduccionismo del blanco sobre blanco presente en algunas piezas de esta exposición como "Mecanismo Higiénico", "Mi hogar" y, especialmente, "La sopa", un retrato doméstico en el que el fuego, las llamas, el humo y el vapor, toman tal protagonismo que trascienden más allá de la cotidianidad para hablarnos de la naturaleza mutable de la materia. Son obras que se ubican en el blanco alicatado que le ha autorretratado hasta hoy y que encuentra en "La mudanza", otra pieza interesante, un giro conceptual que ya intuimos en el título de la exposición. Se trata de una radiografía espacial y vital del estudio que habitó durante los últimos años, una escalera desciende hasta el sótano, lugar de trabajo y guarida donde protegerse de las inclemencias de un mundo exterior que, atractivo y amenazante, se metamorfosea en unos árboles agitados por el viento que parecen retener entre sus ramas el silbido desasosegante de la noche, un exquisito homenaje a "El Viento" de Félix Vallotton. "La mudanza" es una última concesión al apego por un entorno que ha sido testigo de momentos vitales y creativos fundamentales para el autor.

Ante la obra de Guillermo Peñalver es fácil caer en comentarios descriptivos, abundantes referencias personales e iconográficas lo favorecen. Pero sus recursos formales y técnicos, y la selección rigurosa de los papeles y cartulinas, sus colores y texturas, propician un análisis menos superficial. Existe una dicotomía que, desde siempre, observo en su trabajo, una dualidad que nace del encuentro entre lo figurativo y lo abstracto, entre lo racional y lo emocional, y entre lo mecánico y lo orgánico, que nos lleva a profundizar en aspectos intrínsecos al proceso creativo. El autor impregna de energía y sensibilidad su trabajo, se sumerge en los mundos de la creación para obtener su esencia y, minucioso y paciente, dotar de vida a sus recortes-dibujos, convertidos en soportes de comunicación y emoción.

Los dibujos son exquisitos, en la escala más asequible a la vista, advertimos sutilezas y matices que quedan ocultos en las piezas de gran formato. La desnudez del grafito permite conectar de forma natural con una obra que es manifestación sincera de su creador. Me encantan los artilugios y mecanismos que contemplo, de altísima definición en el detalle y de extraña comprensión en su uso y puesta en funcionamiento. En alguno de ellos, "La reja levadiza", "Sin título (aire)", "Sin título (humo)"?, una rejilla humeante toma protagonismo, tamizando el aire, purificándolo, o desprendiendo un oscuro y espeso humo, un ambiente nocivo y contaminado de procedencia incierta pero ligado a nuestras propias exhalaciones, a nuestro cuerpo, su limpieza y sanación.

Ya, en "Montaña", focalizamos la mirada en las bocas de los túneles que, sugerentes e inquietantes, invitan a introducirnos, a mirar desde dentro, cruzarlos para llegar al otro lado. Encuentro en todo ello una gran metáfora en torno a la vida, las búsquedas y la existencia. Una de las entradas desprende ese humo enigmático y oscuro que la naturaleza, desde sus entrañas, exhala. Siguiendo los pasos del artista a través de sus obras, podemos desvelar su significado. "Dentro de la montaña" es un corte topográfico que recuerda las ilustraciones de los libros escolares, nos traslada a un submundo marcado por el antagonismo existencial en el que el rígor geométrico y reticular, insensible y artificial, encuentra su contrapunto en un mundo de ensueño, fértil y vivificador, capaz de trasladarnos a la fantasía de Viaje al centro de la tierra. El artista ha volcado toda su experiencia y generosidad en esa gruta troquelada, recortada y ensamblada con papeles minuciosamente seleccionados por sus cualidades -color, gramaje, textura?- advirtiendo la simbiosis entre concepto, materia y técnica.

Guillermo Peñalver parece desprenderse de la carga autorreferencial que ha venido caracterizando su trabajo para profundizar en cuestiones universales. Sin perder un ápice de su estilo, de dentro a fuera posee una intención introspectiva y reflexiva ligada a una mudanza que más allá de un cambio de lugar, vuelve a los orígenes, indaga en las raíces y encuentra nuevas vías de expresión. Por ello, tiene especial interés en esta muestra la puesta en valor de sus dibujos, son la base de su proceso creativo y confirman cómo con un papel y un lápiz se puede crear un mundo de la nada.

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