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Solidaridad y vacunas

Un alegato en favor de las campañas de inmunización

Necesitamos las vacunas para vivir. La mayor parte de las personas que están leyendo estas líneas de LA NUEVA ESPAÑA deben saber que todo este tiempo se han beneficiado de las vacunaciones que fueron iniciadas hace más de dos siglos. Se estima que las vacunas salvan entre 2 y 3 millones de vidas cada año, pero a pesar de todo, según la Organización Mundial de la Salud, todavía a día de hoy, las vacunas no llegan a 20 millones de niños en el mundo. Invertir en la investigación en vacunas así como en la accesibilidad a los programas de vacunación es invertir en la mejora de la salud de la población.

En este sentido, las vacunas representan una de las estrategias de Salud Pública que más vidas han salvado a lo largo de la historia de la humanidad. En los últimos 100 años, la prevención a través de las vacunas ha conseguido aumentar la esperanza y la calidad de vida de la población reduciendo la incidencia de numerosas enfermedades infecciosas tales como difteria, tétanos, tosferina, sarampión, rubeola, meningitis neumocócica y meningocócica, entre otras. En la actualidad, se llevan a cabo numerosas campañas internacionales de vacunación para lograr la erradicación en el mundo de la poliomielitis. Cuando se consiga, esta será la segunda enfermedad erradicada después de la viruela en 1980.

Estas herramientas preventivas tienen por objetivo principal mantener la salud de los individuos por lo que su seguridad tanto desde el punto de vista clínico como de los procesos de fabricación es el requisito más importante que reúne la máxima evidencia científica. Ninguna vacuna que no sea segura será autorizada por las agencias reguladoras. Sabemos que las reacciones adversas a las vacunas son poco frecuentes y, en la mayoría de las ocasiones, son leves y autolimitadas. A su vez, las contraindicaciones absolutas son excepcionales, destacando las alergias graves a algún componente vacunal o a una dosis previa.

Vacunarse también es un acto de solidaridad. Además del beneficio individual que aportan las vacunas, muchas de ellas son capaces de producir un efecto de protección indirecta en personas no vacunadas ya que, cuando las coberturas de vacunación en la población son elevadas, se interrumpe la cadena de transmisión del microorganismo entre las personas.

Desde el punto de vista social, reconocer con el Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional la labor de organizaciones como Gavi, Alianza Global para la Vacunación y la Inmunización, de la cual forman parte la Organización Mundial de la Salud, Unicef, el Banco Mundial y la Fundación Bill y Melinda Gates, representa reconocer el compromiso social con la salud de la población mundial y la mejora de la accesibilidad de las vacunas entre las poblaciones más vulnerables.

Desde la perspectiva sanitaria, y concretamente desde la Asociación Española de Vacunología como sociedad científica que vela por la promoción de la vacunación en todas las edades de la vida, este galardón apoya el importante papel de las vacunas y refuerza el trabajo de los profesionales sanitarios que cada día protegen la salud de las personas a través del cumplimiento de los programas de vacunación en el mundo.

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