Tino Pertierra

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Tino Pertierra

Superhéroes peligrosos

"The boys" es puro sarcasmo y hurga en la llaga más reaccionaria de ciertos personajes enmascarados

Darle la vuelta a la tortilla de los superhéroes. Pero a lo bestia. Nada de convertir a quienes todos sabemos en un pozo de dudas y conflictos internos y externos con una sociedad que no siempre los comprende. Sin el toque gamberro y finalmente inocuo de Deadpool, sin llegar a los tortuosos laberintos éticos y morales de Watchmen. Lo que The boys propone es puro sarcasmo, dedos metidos en la llaga más reaccionaria de ciertos personajes enmascarados y envueltos en capas, golpes bajos a las alturas del poder. Y lo hace con brío, joviales maneras de cómic malévolo y adrenalina suficiente para parar un tren.

¿Desde cuándo la esperanza y la ingenuidad han pasado a ser lo mismo? Buena frase. La inocencia no tiene mucho futuro en estas andanzas espectaculares y bañadas en bilis con las balas silbando sobre cabezas huecas. Los superhéroes son una empresa, y no solo porque se hagan tantas películas sobre ellos. Son un negocio y como tal los tratan quienes los crearon y desarrollaron siguiendo métodos poco limpios. Con ellos por las calles, se supone que podemos esperar un mundo sin crimen. Un superhéroe por ciudad tal vez baste. Así no se estresa tanto como un Supermán obligado a custodiar el planeta entero. Por 300 millones al año su ciudad puede tener héroes. La fórmula es sencilla: convertimos a héroes en superhéroes. Que son muy humanos en ciertas debilidades de la carne. Vaya escena la de la orgía. Tienen un problema. Bueno, dos. Primero, hay tipos que no aceptan su dictadura y se toman molestias por terminar con ella. O desenmascararlas, al menos. Segundo: entre los propios superhéroes hay disensiones graves, cuando no enfrentamientos a vida o muerte. Todo bajo la aviesa mirada de Elizabeth Shue, que dejó muy atrás sus dulces miradas de Kárate Kid y sus ojos tristes de Leaving Las Vegas para convertirse en una villana de mucho cuidado. Cuidadín con ella.

The boys no es para todos los públicos. Hay muertes inesperadas, acciones salvajes como dejar que un avión secuestrado se estrelle, asesinatos por interés comercial y matanzas de terroristas. Hay dardos envenenados al dios bendiga a América, a los bautizos mesiánicos, a las hipnósis colectivas, bebés todo poderosos de laboratorio y zurriagazos sin piedad a muchos lugares comunes del género, convirtiendo a una especie de Supermán patriotero en un psicópata sin escrúpulos.

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