Tiene la lengua amartillada, pone a los machotes en su sitio, se toma el sexo a la ligera y su condición de ex marine con traumas en la mochila la convierten en un arma bien engrasada (con alcohol cuando las cosas se ponen feas). No sin pagar el precio de unos cuantos moratones, rasguños o cicatrices, porque aquí las peleas duelen y los tiroteos son ariscos. Baste el inicio para dejar claras unas cuantas cosas: encerrada en un coche con dos villanos más bien tontorrones, se libra de ellos a patadas. Directamente. Un estropicio de carne y metal que sirve como tarjeta de presentación de una aspirante a detective privado con ética a prueba de bombas en asuntos importantes y más relajada en temas ligeros. De placeres y demás.
Con un hermano pequeño que la necesita (y ella a él, pero de forma distinta) y romances fugaces y tibios que no llegan a nada pero que le proporcionan buenos momentos de roce y goce, nuestra antiheroína se las sabe todas, se encama con un policía que no sabe a qué atenerse con ella, su mejor amigo es un barman con el que también se encamó, y tiene un sexto sentido y una vista de lince para desenmascarar farsantes. No siempre acierta: debería haberse dado cuenta, por ejemplo, de que ese detective veterano que puede ayudarla a conseguir su licencia no es trigo limpio. Acostumbrada a que la machaquen físicamente pero invulnerable a muchos impactos de bala emocional, tiene claras algunas cosas que a otras personales les parecen relevantes: "Las citas son para gente normal". Y: "No volveré a perder". Porque aunque parezca una perdedora, no lo es. Sabe cuándo vence y cuándo debe administrar una derrota. Stumptown gana la partida en sus momentos inesperados de intríngulis vitales en los que no hay personajes radicalmente malos ni convencionalmente buenos, en las pinceladas cotidianas de una mujer que nunca sabes por dónde va a tirar. Las tramas policíacas son trilladas y tampoco parece que a los guionistas les importe mucho. No inventa la pólvora pero no la malgasta ni la moja, y es un placer ver a Cobey Smulders en un papel que le hace justicia.