David Illundain salió a la palestra con "B", una crónica del juicio contra el extesorero del Partido Popular Luis Bárcenas que tenía, sobre todo, un gran valor como testimonio dramatizado de un episodio siniestro de la democracia. Ahora da un paso al frente como cineasta con una obra menos austera y más compleja desde el punto de vista visual, pinzando la famosa frase de los tres mosqueteros para tejer una intensa y veraz historia de aprendizaje e integración social. Ese maridaje que tanto suele frecuentar el cine francés.

Un estupendo David Verdaguer encarna a un profesor suplente que llega a un pueblo aragonés del que no sabe nada. Va a enseñar, va a aprender. Lecciones de vida por todos lados extraídas de las distintas tramas de la película, que incluyen un niño maltratador con drama incluido, maestros confusos que no se llevan muy bien con su profesión y amplios escenarios de incomunicación y repliegue social. Podría esperarse una convencional aproximación a la superación de una enfermedad, pero Illundain utiliza ese elemento para hablar con sobre el acoso escolar sin abusar de los lugares comunes, aunque alguno que otro se cuela en plan club de los poetas muertos y resta fuerza a una obra más emotiva que sensiblera, sin duda estimable y grata.