Drones oceánicos sin tripulación ni combustible patrullarán las aguas australianas para detectar pateras y potenciar la investigación científica: llevan cámaras, sensores y radares que lo detectan y graban todo sin ser vistos.

Australia está desplegando una flota de drones oceánicos que no necesitan combustible ni tripulación para patrullar sus aguas y vigilar el clima y la vida silvestre. También identificará embarcaciones que puedan transportar inmigrantes ilegales.

Los barcos tienen 5 metros de eslora y son conocidos como Bluebottles. Parecen yates de vela en miniatura y utilizan una combinación de energía eólica, de las olas y solar para mantener una velocidad constante de 5 nudos en todas las condiciones del entorno. Examina constantemente el entorno de submarinos, barcos y aviones.

Con una carga útil de 300 kg de sensores que recopilan datos y con la capacidad de permanecer en el mar durante meses sin repostar, Bluebottle está diseñado para soportar fuertes corrientes oceánicas específicas de las condiciones australianas.

Potentes sensores

Los sensores detectan condiciones ambientales como la presión y temperatura del aire, la fuerza del viento, la temperatura del agua y la profundidad.

Es tan sigiloso que es imperceptible para cualquier embarcación, pero tiene la capacidad de escuchar los sonidos de las hélices y de grabar con cámaras, así como de detectar firmas electrónicas y de identificar posicionamientos de otras naves mediante radar.

Bluebottle usa esos datos para determinar si una embarcación tiene un sistema de identificación automática (AIS): muestra que es una embarcación con un propósito legítimo de estar donde se encuentra.

Pero si los Bluebottles no detectan el AIS o el AIS es diferente de lo que detecta, entonces informa a una base de control central y da una alarma que es registrada por las autoridades competentes de un país.

Australia, pionera

El Gobierno de Australia ha destinado 3.300.000 euros al desarrollo e implementación de esta tecnología para proteger sus fronteras y espacios marítimos, según un comunicado oficial.

Usará estos drones oceánicos para patrullar las aguas de Top End en el Océano Índico y detectar embarcaciones no autorizadas. A continuación alerta a las autoridades y luego las orienta hasta la embarcación ilegal para una mayor investigación.

A lo largo de dos años, se desplegarán en los mares australianos un total de 5 Bluebottles para cubrir tres áreas de operaciones estratégicas. Objetivo: vigilar el 11% de los océanos del mundo que acogen al 0,3% de la población mundial.

Prueba exitosa

A principios de julio, este dron oceánico recorrió 96 millas náuticas en aguas australianas en un viaje de prueba a una velocidad media de 3,4 nudos.

Utilizó cámaras de 360 ??grados, radar, sistemas de identificación automática (AIS) y software para evitar colisiones y navegó de forma autónoma y segura durante el viaje.

Tras esta exitosa prueba, comenzarán las pruebas logísticas y de prueba en el mar, antes de la llegada de la próxima generación de estos drones oceánicos en septiembre, con cuatro nuevas unidades.

De momento solo existen tres unidades disponibles de Bluebottles con nombres propios: Bob, Bruce y Nemo. Dos de ellas operan ya en la Zona Económica Exclusiva de Australia.

Otras aplicaciones

Aunque la tecnología ha despertado el interés para los sistemas de defensa, tiene una serie de otras aplicaciones, desde la detección de recursos naturales hasta investigación, por su capacidad de recopilar enormes cantidades de datos.

También sería útil para la protección de la pesca, que en algunos sitios está amenazada por barcos piratas que esquilman los bancos de peces y perjudican a las industrias locales.

También puede potenciar la búsqueda de yacimientos de petróleo y gas a un costo mucho económico que los sistemas actuales, así como proteger instalaciones marinas y vigilar oleoductos marinos.

Por último, tiene también la capacidad de enviar datos sobre los principales eventos meteorológicos, lo que será de gran ayuda para la investigación marítima, como determinar la fuerza de un ciclón, detectar terremotos marinos y anticipar el riesgo de un tsunami.