Un nuevo estudio desarrollado por científicos de la Universidad de Wisconsin-Madison arroja luz sobre la base bioquímica que permite la irrupción del trastorno bipolar. Se trata de alteraciones de una proteína en particular llamada Akt, que generan los cambios en el cerebro que caracterizan a esta patología.

De acuerdo a un comunicado, el hallazgo podría ser un importante avance para identificar y tratar las deficiencias cognitivas relacionadas con el trastorno bipolar que muchas veces se desestiman, como por ejemplo la pérdida de memoria, contribuyendo a una mayor comprensión de cómo la bioquímica del cerebro afecta a la salud y la enfermedad.

El trastorno bipolar provoca cambios drásticos en el estado de ánimo: las personas pasan de la armonía a la irritabilidad o del optimismo a la depresión sin fases intermedias. Además, en algunos casos la enfermedad provoca efectos adicionales como el surgimiento de distintos déficits cognitivos.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el trastorno bipolar afecta a alrededor de 45 millones de personas en todo el planeta. Sus síntomas, principalmente la alternancia de episodios maníacos y depresivos separados por períodos de estado de ánimo normal, comienzan a manifestarse habitualmente entre los 15 y los 25 años de edad.

Una proteína es la clave

Aunque los especialistas ya sabían que este trastorno está vinculado a muchos genes, cada uno de los cuales realiza pequeñas contribuciones a la enfermedad, no conocían exactamente el proceso bioquímico que genera los efectos que caracterizan a la enfermedad. Ahora, el nuevo estudio parece haber hallado las claves de este mecanismo.

El eje del proceso parece ser la quinasa Akt, un tipo de proteína que agrega etiquetas de la molécula fosfato a otras proteínas. Dichas etiquetas pueden funcionar como «interruptores» de encendido o apagado, modificando el funcionamiento de otras proteínas y, en definitiva, generando una influencia directa en los procesos vitales.

En las neuronas, esta influencia puede desembocar en modificaciones en el envío de señales entre las células, un cambio capaz de afectar el pensamiento y el estado de ánimo. Al acelerarse la vía Akt, una gran cantidad de proteínas obtienen etiquetas de fosfato, en tanto que al ralentizarse el mecanismo las etiquetas de fosfato están ausentes o escasean.

Los investigadores descubrieron que las personas afectadas con trastorno bipolar presentan una actividad reducida de esta vía bioquímica, en una región del cerebro crucial para la atención y la memoria. En tanto, al interrumpir la vía Akt en roedores, los científicos observaron problemas de memoria y pérdida de conexiones cerebrales claves, algo muy parecido a lo que sucede en los humanos con trastorno bipolar.

Tema relacionado: La esquizofrenia y el trastorno bipolar comparten una variante genética.

En tejidos cerebrales humanos

Avanzando en la investigación, los científicos analizaron tejidos cerebrales de personas fallecidas que presentaban esquizofrenia y trastorno bipolar con y sin psicosis. El objetivo era buscar las etiquetas de fosfato, para identificar así el grado de reducción de la vía Akt.

La hipótesis inicial era que la mayor disminución se encontraría en las personas con esquizofrenia, dada su relación genética con este proceso bioquímico. Sin embargo, los resultados fueron claros y contundentes: el grupo con una menor expresión de la vía Akt fue el compuesto por hombres con trastorno bipolar sin psicosis. Esto permitió comprobar la fuerte relación entre la proteína Akt y el trastorno bipolar.

Para Michael Cahill, director del grupo de investigación que realizó el estudio publicado en la revista Neuron, «la pérdida de la función de la vía Akt en personas con trastorno bipolar probablemente está contribuyendo al deterioro cognitivo. La idea es que tal vez podamos introducir nuevas estrategias farmacológicas para ayudar a aliviar los síntomas centrales del trastorno bipolar», indicó.

Referencia

Akt-mTOR hypoactivity in bipolar disorder gives rise to cognitive impairments associated with altered neuronal structure and function. Amanda M.Vanderplow, Andrew L.Eagle, Bailey A.Kermath, Kathryn J.Bjornson, Alfred J.Robison and Michael E.Cahill. Neuron (2021).DOI:https://doi.org/10.1016/j.neuron.2021.03.008

Foto: Iulia Mihailov en Unsplash.