Los restos óseos de una "mujer vampiro" fueron encontrados en un cementerio polaco del siglo XVII, con una hoz en el cuello para evitar que se levantara de entre los muertos. El hallazgo no es algo extraño: responde a una práctica necrológica habitual en Europa del Este durante esa época, donde se afincaron distintas creencias sobre el "regreso" de la muerte de personas supuestamente adictas a la sangre humana.

Una nueva investigación liderada por el profesor Dariusz Poliński, de la Universidad Nicolás Corpénico de Toruń, en Polonia, ha derivado en el descubrimiento de los restos de una mujer enterrada en el siglo XVII, que al ser acusada de vampirismo fue colocada en su morada final con una hoz atravesándole el cuello. El objetivo de esta práctica era evitar que, en caso de regresar a la vida, la persona pudiera levantarse: en ese momento, su cabeza habría sido cortada o herida.

Evitar regresos indeseados

De acuerdo a un artículo publicado en Business Insider, el arqueólogo polaco explicó que otras formas de protegerse contra el regreso de los muertos durante el siglo XVII incluían cortar la cabeza o las piernas de las personas fallecidas, colocar al difunto boca abajo para que muerda el suelo o hasta quemarlo y aplastarlo con una piedra, entre otras horrendas posibilidades. En el ejemplo identificado, la mujer fue hallada con un gorro de seda (una señal de ubicación social elevada), un diente frontal sobresaliente y la hoz colocada estratégicamente como mecanismo de protección frente a una posible “resurrección”.

Otro detalle llamativo de los restos es que el dedo gordo del pie derecho de la mujer se encontraba unido al pie izquierdo del esqueleto y cerrado con un candado. Para Poliński, esto aparentemente simbolizaba el cierre de una etapa y la imposibilidad de regresar. Los investigadores descubrieron los restos durante un trabajo arqueológico en un antiguo cementerio ubicado en el pueblo de Pień.

Antes de descubrir los restos de la “mujer vampiro”, los científicos hallaron en 2021 otras tumbas similares, dos con hoces colocadas en las gargantas de los esqueletos: una mujer adulta de entre 30 y 39 años y una joven de entre 14 y 19 años. En tanto, una mujer mayor, que tenía entre 50 y 60 años al momento de morir, fue enterrada con una hoz sobre sus caderas y una piedra de tamaño mediano en su garganta.

Otra perspectiva de los restos descubiertos en Pień, Polonia. Crédito: Miroslaw Blicharski.

Brotes de “vampirismo”

Según un artículo publicado por la revista Smithsonian Magazine, del Instituto Smithsoniano de Estados Unidos, ya durante el siglo XI un mito inquietante se apoderó de Europa del Este: la leyenda indicaba que algunas personas que morían salían de la tumba como monstruos adictos a beber sangre humana, aterrorizando a los vivos. Si tenemos en cuenta que el mito de Drácula también es originario del este europeo (Rumania) podemos advertir que se trata de una creencia cultural fuertemente arraigada en la zona.

Incluso, una investigación publicada en 2014 en la revista Plos One indica que las llamadas observancias apotropaicas, prácticas tradicionales destinadas a prevenir el mal, no eran infrecuentes en la Polonia posmedieval: incluían un tratamiento específico de los muertos para aquellos considerados “en riesgo” de convertirse en vampiros. Por ejemplo, las personas que morían de manera prematura, como causa de una enfermedad infecciosa o que practicaban el suicidio eran las principales sospechosas de vampirismo. 

Un artículo publicado por Science Alert indica que durante el siglo XVII las mencionadas prácticas de entierro se volvieron comunes en Polonia, en respuesta a un aparente “brote de vampiros". Al parecer, las personas del período posmedieval no entendían cómo se propagaban las enfermedades: en lugar de una explicación científica para estas epidemias, como por ejemplo el cólera, las muertes se explicaron por lo sobrenatural, como en este caso los vampiros.