Ecología
Los chimpancés salvajes también saben tocar el tambor para comunicarse
Su tamborileo recuerda al el mítico “tam tam” empleado por sociedades humanas primitivas para transmitir mensajes a distancia

Un grupo de chimpancés. / Pixabay
Redacción T21
No sólo los humanos tienen talento musical. Según un estudio, los chimpancés también son capaces de tocar el tambor rítmicamente. Esto permite que los parientes más cercanos del Homo sapiens se comuniquen entre sí a largas distancias. Esto sugiere que el ancestro común ya tenía esta habilidad.
En lo más profundo de las selvas africanas, los chimpancés no solo se comunican con gritos y gestos: también son músicos de la naturaleza. Un nuevo estudio, publicado en Current Biology y liderado por Vesta Eleuteri y un equipo internacional de primatólogos y neurocientíficos, ha revelado que los chimpancés tamborilean con una sofisticación rítmica sorprendente y, lo que es aún más fascinante, con estilos que varían según la región y la subespecie. Estos hallazgos no solo iluminan la vida social de nuestros parientes más cercanos, sino que arrojan luz sobre los orígenes evolutivos de la musicalidad humana.
Los chimpancés utilizan las raíces salientes de los árboles -las llamadas “raíces contrafuertes”- como tambores naturales. Golpean estas superficies con manos y pies, generando sonidos graves que pueden viajar largas distancias a través del denso follaje. Este tamborileo no es un acto aleatorio ni meramente lúdico: cumple funciones sociales cruciales. Durante los desplazamientos o los descansos, los chimpancés integran estos ritmos en sus vocalizaciones de largo alcance, conocidas como “pant-hoots”, permitiendo que los miembros del grupo se mantengan informados sobre la ubicación, actividad e identidad de sus compañeros, incluso cuando no están a la vista.
Ritmo y variación: ¿música en la prehistoria?
El estudio analizó 371 secuencias de tamborileo (“bouts”) de 11 comunidades de chimpancés, abarcando seis poblaciones y dos subespecies principales: los chimpancés orientales (Pan troglodytes schweinfurthii) y los occidentales (Pan troglodytes verus). El análisis fue minucioso: se midieron la cantidad de golpes, la duración de cada secuencia, la regularidad temporal entre los golpes y la integración de estos ritmos en las vocalizaciones.
Los resultados son asombrosos. Los chimpancés no solo producen secuencias rítmicas no aleatorias, sino que, en muchos casos, sus golpes están espaciados de manera regular -un fenómeno conocido como isocronía, característico de la música humana.
Sin embargo, aquí surge la primera gran diferencia: los chimpancés occidentales tienden a tamborilear de manera isócrona, es decir, con intervalos iguales entre los golpes, mientras que los orientales alternan entre intervalos cortos y largos, generando patrones más complejos.
Además, los occidentales suelen producir más golpes por secuencia y a un tempo más rápido, mientras que los orientales prefieren secuencias más cortas y variables. Esta variabilidad no se explica por el entorno -ya que se observaron los mismos patrones en diferentes hábitats- sino por diferencias propias de la subespecie.
Referencia
Chimpanzee drumming shows rhythmicity and subspecies variation. Vesta Eleuteri et al. Current Biology, May 9, 2025. DOI:10.1016/j.cub.2025.04.019
¿Un eco de la música humana?
Lo más llamativo es que estos patrones rítmicos reflejan algunos de los elementos estructurales de la música humana, como la organización temporal y la variación regional. En la música de distintas culturas humanas, la isocronía y la alternancia de intervalos son recursos habituales, y la existencia de “dialectos rítmicos” entre poblaciones recuerda a la diversidad musical humana.
Así, el tamborileo de los chimpancés podría ser una ventana al pasado evolutivo de la musicalidad, sugiriendo que la capacidad de crear y percibir ritmos podría haber estado presente en el ancestro común de chimpancés y humanos. El tamborileo de los chimpancés guarda un notable paralelismo con el mítico “tam tam” empleado por sociedades humanas primitivas para transmitir mensajes a distancia.
La investigación también detectó que los chimpancés integran el tamborileo en diferentes fases de sus vocalizaciones. Por ejemplo, los occidentales suelen comenzar a tamborilear antes en la secuencia del “pant-hoot” que los orientales. Esta flexibilidad sugiere que el tamborileo no es solo un acto reflejo, sino una herramienta de comunicación social compleja, posiblemente con matices culturales y contextuales.
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