Madrid

Protagonizada por Viggo Mortensen y Naomi Watts, mafioso ruso con su corazoncito y enfermera entrometida en apuros, respectivamente, llega «Promesas del Este», lo último del aclamado director David Cronenberg. «Promesas del Este» es un thriller que cuenta con todos los ingredientes a los que nos tiene acostumbrados el director y que se han convertido en marca de la casa. Se trata de un filme turbio, oscuro, potente y dotado de un clima de violencia que envuelve todo el metraje, pero, en esta ocasión, Cronenberg ofrece algo más que hace que esta película esté muy por encima de anteriores trabajos como «Spider» o «Una historia de violencia».

Hace un par de semanas «Promesas del Este» inauguró la 55.ª edición del Festival Internacional de San Sebastián dejando un gran sabor de boca que hace que llegue a nuestras pantallas precedida de una gran reputación y con la vitola de estar respaldada por las alabanzas que ha cosechado tanto entre la crítica como entre el público. El filme relata la historia de Anna, una comadrona que trabaja en un hospital de Londres (Watts) que se topa con la mafia rusa al investigar la muerte de una adolescente mientras daba a luz. Un peligroso trance en el que contará con la inestimable ayuda del enamorado Nikolai (Mortensen), el chófer de una de las familias más importantes del crimen organizado.

Al margen de la historia, compleja y brutal por momentos, buena parte del éxito de «Promesas del Este» hay que dárselo a sus dos protagonistas. A Watts, que ya demostró de lo que es capaz moviéndose en atmósferas inquietantes en «21 gramos» y «Mulholland Drive», y a Mortensen, que ya coincidió con Cronenberg en «Una historia de violencia». El actor estadounidense vuelve a aparcar las espadas, a las que es tan aficionado desde la trilogía de «El señor de los anillos» y «Alatriste», para dar vida de forma más que convincente a un mafioso ruso con muchos matices que pronto se ve atrapado entre su lealtad a la familia a la que pertenece y su amor por Anna.

De hecho, a Mortensen lo confundieron con un auténtico mafioso al entrar en un restaurante de Londres caracterizado tal y como aparece en «Promesas del Este». «Fui a un restaurante ruso en Londres. La gente vio los tatuajes y dejó de hablar. Debieron pensar que era un mafioso de verdad. Después de un rato, comprendí que lo mejor era lavar la tinta antes de salir a comer», confesó el actor.