Madrid

Adicción a las drogas, ingresos habituales en prisión y amplias temporadas en centros de rehabilitación han sido durante años parte de la rutina de Robert Downey Jr., la misma que le ha llevado a ser el actor idóneo para encarnar desde hoy a Iron Man, el más rebelde de los superhéroes.

La crítica especializada coincide en señalarle como uno de los mejores intérpretes de su generación, aunque ahora, gracias a Tony Stark -álter ego de «Iron Man»- a quien Downey Jr. concede un «gran paralelismo» con su propia vida, el actor podrá expiar sus pecados personales y lograr la redención a los ojos del público.

Y es que, ¿quién le iba a decir que ese gusto por el riesgo, que a punto estuvo de tirar por la borda una de las carreras más prometedoras de Hollywood en la década de los noventa, serviría como base para el papel por el que será recordado por millones de personas?

«Iron Man» destaca, tanto en el cómic de la factoría Marvel como en el filme dirigido por Jon Favreau, por su gusto por el juego, el alcohol y las mujeres, que lo convierte en un auténtico playboy. Downey Jr., de 43 años, aspiró al «Oscar» como mejor actor por la película «Chaplin» (1992), pero su carrera sufrió un duro revés debido a su atracción por los estupefacientes, con los que coqueteó desde su infancia y de cuya adicción no se pudo librar hasta 2002. En esa fecha, el juez Randall White puso punto y final a los tres años de libertad condicional que estaba cumpliendo el actor tras haber permanecido un año completo en un programa de rehabilitación. Los primeros arrestos del neoyorquino -nacido en el bohemio barrio de Greenwich Village e hijo del director de cine underground Robert Downey Sr.-, seguidos de una reincidencia e, incluso, de la violación de su libertad condicional, le llevaron a cumplir condena en la prisión de Corcoran durante más de un año, hasta que salió en 2000.

Ese mismo año, en el que ya se hablaba de su recuperación no sólo personal, sino también a nivel artístico, pues ganó el «Globo de oro» por su trabajo en la serie «Ally McBeal», el actor volvió a ser arrestado por posesión de drogas en un hotel de Palm Springs (California). A raíz de esa detención, Downey Jr. permaneció prácticamente alejado de la luz pública y recibió ayuda en un centro de rehabilitación.

Pero su resurgir definitivo comenzó en 2003 de la mano de su amigo Mel Gibson, con quien compartió escenas en «El detective cantante», y continuó gracias a «Gothika», junto a Halle Berry.

En 2004, se divorció de Deborah Falconer y en agosto de 2005 volvió a contraer matrimonio, esta vez con la productora Susan Levin. En ese año, fue elogiado de nuevo por la crítica por «Kiss Kiss Bang Bang» (2005), lanzó un trabajo discográfico («The futurist») y apareció en un papel secundario en «Buenas noches y buena suerte», de George Clooney, aunque donde volvió a demostrar por todo lo alto su categoría como actor fue en «Zodiac» (2007), de David Fincher.

Aunque parece que Downey Jr. parece haber dejado atrás definitivamente la etapa conflictiva de su vida, los estudios aún se encuentran con que los seguros prefieren no cubrir su participación en los filmes por miedo a una posible recaída. Es el precio que tiene que pagar por un pasado que él mismo parodia cuando tiene ocasión, como cuando presentó el «Oscar» de efectos visuales. «Los efectos visuales nos permiten ver alienígenas, experimentar otros universos, movernos a cámara lenta o ver arañas trepando los edificios más altos de la ciudad... para mí, un típico fin de semana a mediados de los 90». Genio y figura.