Oviedo, J. B.

Frank Sinatra: eterna voz, leyendas eternas. Hoy se cumplen diez años de su muerte. Días atrás se editó un disco, uno más, con un DVD que reproduce un directo, y un CD de éxitos con un bonus track (una pieza extra) para potenciar la edición. Es complicado superar las ediciones discográficas de La Voz, pero un estrellón como él da para mucho, da para estirar su obra infinitamente. Y no está de más engancharse a «Nothing but the best», que así es como se llama el álbum. Son 22 piezas que, a la vez, son la banda sonora de generación tras generación. De hecho, la intención de esta producción (Warner/Reprise) es poner en el camino de Sinatra a los jóvenes del momento. Nada mejor que «regalarles» canciones que habrán oído ya y sin saber de dónde venían, como «Strangers in the night», «My way», «New York, New York», o la de emocionante swing «Fly me to the moon». El directo indicado es un concierto celebrado en 1971 en el Royal Albert Hall londinense.

El álbum es un elemento más en la conmemoración de los diez años de la muerte de Frank Sinatra, que apagó melodías tras una agitada vida de juergas con su famoso clan (Dean Martin, Samy Davies Jr. y demás compañeros del «Rat Pack»), además de la turbulenta vida amorosa (Nancy Barbato, Ava Gardner, Mia Farrow..., entre otras), sin olvidar sus coqueteos con lo más granado de la mafia, una de sus leyendas más carismáticas. Sus aventuras también alcanzaron la política (por sus amistades con Kennedy o Reagan) y, claro, una intensidad cinematográfica que dio para grandes películas y más amoríos.

El cóctel Sinatra dio con una combinación perfecta que alcanzó miles de corazones. Esa historia tan agitada de su vida, sus ojos deslumbrantes, su eterno sombrero y, evidentemente, la solidez de sus canciones dieron como resultado una de las figuras más importantes de la cultura popular del siglo XX en Estados Unidos y en el resto del mundo.

En la industria de la música no sólo sus canciones fueron el referente. Frank Sinatra no se paró en la interpretación, creó un sello discográfico, Reprise, que daría grandes alegrías a los amantes de la buena música. Sello que, con el paso del tiempo, terminó en manos de una potente multinacional, Warner, con la que precisamente comparte la edición de «Nothing but the best».

A Frank Sinatra se le sitúa constantemente en las alturas de la cultura popular, pero sobre todo como una de las grandes señas de la identidad musical del pasado siglo. El ritmo de recopilaciones discográficas, de colecciones en vídeo y DVD de su obra da para pensar que estará en las alturas durante gran parte del presente siglo, o quizá quede perenne como los clásicos de la música culta.

Por lo pronto, una década después de su muerte se le sigue adorando desde todos los públicos y desde todos los ámbitos sociales. Como ejemplo, la puesta en circulación por parte del servicio de Correos de Estados Unidos de 120 millones de sellos de 42 céntimos con su retrato. También ha sido recordado todos estos días en que presidió la actualidad musical por senadores y congresistas, actores, actrices y productores que se criaron o, en otros casos, se educaron al ritmo de su hermoso swing y sus gloriosas baladas. Todo un ejemplo del sueño americano, el de un chico de origen italiano, nacido en 1915 en Nueva Jersey, que tocó el cielo en vida.