Oviedo

Considerada una de las diez mejores comedias de todos los tiempos, «El maquinista de La General» llena de oro cinematográfico la colección «Ases del humor» con la que LA NUEVA ESPAÑA rinde homenaje a grandes clásicos del género. La obra maestra de Buster Keaton puede conseguirse mañana por sólo 1,95 euros más el cupón que aparece en el periódico del día. Un título imprescindible por el que no pasan los años y que conserva intacta su capacidad para entretener a toda la familia, con una magistral mezcla de humor inteligente y acción desenfrenada, todo ello bajo la batuta inspiradísima de uno de los cómicos más legendarios de la gran pantalla, el siempre serio y siempre hilarante Buster Keaton.

«El maquinista de La General» no es otro que el ingenuo Johnny Gray, quien siente devoción por dos amores bien distintos: su locomotora, «La General», y su novia, Annabelle Lee. Cuando llega a su pueblo sureño la noticia de la guerra entre el Norte y el Sur, Johnny intenta alistarse, pero su solicitud es rechazada porque el Ejército considera que puede ser más útil en la retaguardia. Su novia, sin saber la razón del rechazo, le considerará un cobarde y le dará la espalda. Así, el maquinista sólo podrá demostrar su valor cuando un comando nordista infiltrado tras las líneas confederadas robe «La General» y rapte a Annabelle. Johnny no se subirá a otra locomotora y perseguirá a los yanquis para recuperar a sus dos amadas...

Sólo alguien del talento de Keaton podía hacer realidad la proeza de que la risa y el suspense se enlazaran en un carrusel de imágenes inolvidables, cuyo poder de fascinación no ha perdido ni un ápice de fuerza e intensidad. Es sencillamente insuperable la capacidad de Buster Keaton para hilvanar gags con un ritmo vertiginoso y una habilidad para mantener en vilo al espectador que sólo está al alcance de unos pocos elegidos.

Cuando le dijeron que «El maquinista de La General» mostraba la guerra de Secesión norteamericana mejor que «Lo que el viento se llevó», Keaton respondió que «mientras unos recurren a las novelas para encontrar argumentos, otros recurren a la Historia». La escena en la que la locomotora cae desde un puente marcó un hito en los efectos especiales.

Keaton nació el mismo año que nació el cine, 1895, en Kansas. Su apodo «Buster» (destructor) procede de su precoz talento para el humor físico: con tres años se cayó de una escalera sin sufrir un solo rasguño. Su familia trabajaba en el mundo del vodevil, y los padres de Buster no dudaron en utilizarlo como un ingrediente más de un número acrobático. Fascinado por el cine, Keaton dejó a un lado su prometedora carrera teatral para irse a Hollywood con ansias de aprender y trabajar allí. La década de los veinte hizo de él la mayor estrella del cine mudo, junto a Chaplin y Harold Lloyd. Su famosa inexpresividad, tan chocante por el contraste con su humor físico, hizo que se le conociera con el apodo «Cara de Palo». Todos los alardes que realizó en «El maquinista de La General» o en «El héroe de río» son auténticos, sin dejar que le doblara un especialista. En «El rostro pálido» saltó desde una altura de 24 metros y en «El moderno Sherlock Holmes» se rompió el cuello en una escena de peligro.