Madrid, E. P.

Alfredo Landa «lo cuenta todo», ahora que se ha retirado de la escena, en «Alfredo el Grande. Vida de un cómico» (Aguilar), un libro en el que plasma sus reflexiones surgidas durante las conversaciones mantenidas con el novelista y crítico Marcos Ordóñez. En este texto, además de darse a conocer en profundidad, desvela por primera vez los motivos de su enfado y posterior reconciliación con el director asturiano José Luis Garci o las causas de su accidentado discurso en la entrega del «Goya» de honor.

«Pues eso, hombre, que he colgado los hábitos», afirma el actor, cuyo último trabajo en el cine fue «Luz de domingo», un filme rodado en Asturias que le trajo su enemistad con Garci. El actor confiesa que su relación con Garci en el rodaje de este filme fue «inexistente». «Seguía siendo el mismo estupendo director de siempre, pero frío como un témpano», afirma Landa antes de confesar que tras ver por primera vez «Luz de domingo» se reafirmó en lo que ya intuía: «Es una gran historia que no cuaja, que queda lenta, desaprovechada, mal contada». Pero el actor va más allá y desvela que el director cortó un plano en el que su personaje, el Joaco, acaba de matar a los hijos del cacique. «Pensé: es el momento cumbre del personaje», señala. Luego llegó la concesión del «Goya» de honor y él pidió a la presidenta de la Academia, Ángeles González-Sinde, que se lo entregara Garci, «el que mejor me ha dirigido», pero el director se negó. Así que Landa se cabreó «muchísimo». Luego llegaría la reconciliación, el pasado 22 de julio tras una conversación telefónica.

Sobre el atropellado discurso en la entrega del «Goya», Landa reconoce que llegó a la ceremonia «sobrado, sobradísimo», pensando que se llevaría dos premios, el de honor y el de mejor actor. «Perdí el control de mis nervios, no me venían las palabras. No lo he pasado peor en la vida», reconoce.