Oviedo, Marcos PALICIO

Cuando Héctor Braga inventó un dominio de internet para definir su disco de música tradicional -«Trad.ye»-, estaba sintetizando un propósito de modernización de lo ancestral que ayer por la mañana se actualizó en la escena del teatro Filarmónica. Se presentaba el Concurso y muestra de folklore «Ciudad de Oviedo», edición decimoséptima, y actuaban Braga y todos los campeones de la pasada edición. Viéndolos juntos, se diría que sus edades desmontan tópicos sobre lo viejo que debe ser lo antiguo. Como llegados para contestar de inmediato a la solicitud de «gente joven» que Carlos Jeannot, director del certamen, hizo desde el escenario, el desfile de ganadores hizo alardes de vigor y pujanza, de cantera y juventud. Música tradicional revuelta y revitalizada, hecha hoy a la nueva usanza en el entorno de una escenografía renovada que les hacía los honores fundiendo pantallas de plasma en el decorado de un concurso de folklore puesto al día.

Empezó el multiinstrumentista y cantante langreano -«pluriempleado» de la música según su definición- interpretando cuatro piezas de «Trad.ye» muy significativas de la diversidad que allí se mezcla. Abrió «Alborada y asturianada», tonada pura con su voz, su gaita y el tambor -la letra hizo un guiño al certamen: «vinimos a cantar al concurso de Uviéu/ vino hasta la tele, hay un montaje de mieu»- y a continuación se acompañó con el arpa en «Texedora de bayu», la canción que la temporada pasada le dio el subcampeonato en la categoría «Renovación de la tonada». Después contó historias de antes interpretando un romance castellano a la bandurria -«Romance de la pastora perdida»- y otro en versión asturiana -«La neña clara»- con él a la zanfona y la voz y en la gaita y las percusiones el auxilio de Rubén Cristóbal, Javier Álvarez y Daniel Martínez, pertenecientes al grupo «Principado» de Lugones.

El folk de «Verdasca» abrió la sección dedicada a los ganadores de las distintas modalidades del certamen en la última edición. El sexteto, trofeo «Igor Medio y Carlos Redondo», aportó a la matinal «El coxu», instrumental, y «Danza la cola», ya con la voz de la joven Marina Pangua. La tradición revisitada continuó con otra firme garganta joven, la de Marisa Valle Roso, que ocupó la escena para poner voz a los motivos que impulsaron su selección como la más reciente campeona de la «Renovación de la tonada». Con Pablo Carrera a la gaita y Xaime Arias en el teclado, Valle regresó a «Llevántate y anda» y adelantó «Ancha la mar», su versión de una canción irlandesa incluida en el disco que ha grabado junto a su hermano Fernando, ayer corista en el Filarmónica, y que está a punto de llegar al mercado.

Paulino García Santirso y María Vázquez Álvarez, por segundo año la mejor pareja de baile, pusieron su parte con «El saltón» y «La flor del centro» y la ovetense María José García abrió el espacio de la tonada exponiendo la intensidad de su voz a «Soy la muyer de un mineru», a capella, y «Cantar bien neña», con la gaita de Vicente Prado, «El Pravianu». El abundante auditorio del Filarmónica aprobó después con creces al joven gaitero Hugo Noval, primero en su categoría, que interpretó «Tengo de subir al puertu» y resolvió con solvencia la digitación frenética de «El floréu de Remis».

El programa reservó para el cierre al Coro «Castillo de Gauzón» de Piedras Blancas -suyas ayer las piezas «Esta tierra», de Javier Busto, y «Habladme del mar», de Ángel Barja- y acabó con el mejor de la última tonada masculina, el porruano Celestino Rozada, que repitió títulos, intensidad y jaleos del público con sus interpretaciones de «El aire me apagó la vela» y «De lo más alto del Cuera».

Cerrado el prólogo, lo siguiente será la primera jornada de competición, programada para el próximo domingo 21. Entre las innovaciones de esta temporada -Esther Fonseca en la presentación junto a Carlos Jeannot o la clasificación directa de los mejores gaiteros para el festival de Lorient-, el certamen introducirá además un homenaje en cada sesión a una figura de la canción asturiana. El primer tributo será para José García Fernández, «Pepín de la Rumiá».