Uno de septiembre. Un día duro para una parte de la humanidad, la que trabaja que, por otra parte, no es mucha. Pero, en fin, cada uno se queja de lo que le toca y hoy toca que muchos regresen al curro tras las vacaciones y se quejen. No obstante, televisiones, radios y suplementos de periódicos ya han dedicado mucho tiempo y espacio a la «depresión-post». O sea, una supuesta depresión que ataca en el fin de las vacaciones. No estoy de acuerdo. Conozco gente que ya se deprime el segundo día de descanso. Ahí ya empieza a descontar: «sólo me quedan 28 días», se dice el que tiene un mes. Con lo que al día siguiente, cuando sólo le quedan 27, ya está histérico. Se agobia día a día y llega al final de descanso con el cerebro reventado de descontar días. Con lo que el tal síndrome en lugar de «post» es «previo». No obstante hay mecánicas para evitarlo. Por ejemplo, pensar en los que tienen sólo cinco días de vacaciones o no tienen, o acordándose de que llegó el fútbol y que ahí está Mou para animarnos. Aunque me temo que este luso más que animar cabrea a muchos.