La Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) retomó esta semana su calendario de conciertos una vez echado el telón a la «Katia Kabanova» en el teatro Campoamor. De este modo, el jueves en Avilés y el viernes en Oviedo continuó la presentación de maestros candidatos a la titularidad de la OSPA. La directora Anu Tali es la siguiente en la lista. La estonia se planta frente a la orquesta de forma severa y envolvente, lo que contrasta con su figura menuda y arrebatada desde el podio. Cada gesto de Anu Tali tiene un significado claro y preciso, resultado de la reflexión más profunda. Así, la directora mantiene bajo control hasta el mínimo detalle y, a través de su movimiento, puede seguirse una interpretación musical en la que todo está perfectamente hilvanado.

¿Hubo con la orquesta esa química de la que la directora hablaba en su entrevista previa? Lo más probable, tras escuchar el primero de los dos conciertos que ofrecerá en Asturias. Eso sí, para establecer una comunicación es necesario analizar en qué términos se lleva a cabo. Anu Tali lo ha hecho, según sus observaciones sobre el papel del director y el liderazgo en la orquesta, para lograr un resultado óptimo para el conjunto asturiano. No obstante, ya se verá si Anu Tali vive un romance de invierno con la orquesta o tendrá con ella una historia de amor de mayor calado.

La primera obra del programa fue el tercer concierto para piano y orquesta de Bártok, página que suaviza los elementos armónicos y rítmicos de obras anteriores del compositor. Es de una escritura sutil, casi neoclásica, con una deliciosa orquestación, en la que el piano pierde buena parte de su carácter protagonista. Dezsö Ránki, al instrumento solista, fue consciente de su papel con la orquesta, con una interpretación nítida y moderada. De este modo, bajo la dirección de Anu Tali, se lograron exquisitas combinaciones tímbricas, como sucede en los dos primeros movimientos del concierto, entre el piano y las maderas. La cuerda de la OSPA se mantuvo, asimismo, muy ajustada, como en el «Adagio» del segundo movimiento y en su encuentro definitivo con el piano en el «Allegro vivace», movimiento con especial presencia de toda la orquesta en ese sentido de «finale», y en el que la OSPA volvió a hacer gala de su ya característica flexibilidad.

La sinfonía «Júpiter», a la que se dedicó la segunda parte del concierto, representa la culminación y síntesis del pensamiento mozartiano. En la versión de Anu Tali la sinfonía se presentó solemne, transparente en su conjunto y con miras amplias, en un todo equilibrado desde el punto de vista formal de la partitura. Destacó una cuerda en constante evolución desde el «Allegro vivace», primer movimiento en el que la madera, las trompas y trompetas tuvieron diáfanas intervenciones. Expresivo y cálido «Andante», perfectamente dibujado por Anu Tali en su dirección. Tras el minueto monotemático, que huyó de toda rudeza, la orquesta defendió un «Molto allegro» de brillantes tuttis animados por el quinteto de las maderas, en una partitura de polifonía compleja, claridad interpretativa y carácter triunfal.