Dicen que una de las peores cosas de la fama es tener que renunciar a poder pasear tranquilamente por la calle sin que nadie repare en quién eres y sin que tengas que pararte a saludar, hacer una foto o firmar un autógrafo. Estas "incomodidades" son especial molestas para quienes hasta hace poco no han sido famosos y han realizado su trabajo de una manera más o menos callada. Es algo, por ejemplo, que le pasaba a Francisco González, el crack asturiano del rosco de Telecinco al que ya muchos incluso conocen con el sobrenombre de Fran Pasapalabra y que tuvo que dejar Twitter al verse casi literalmente acosado por los fans. Algo similar le ha sucedido, aunque en otro contexto, a uno de Los Lobos de Boom. Se trata de Manu Zapata.

Este concursante, que ejerce casi siempre como portavoz de este grupo de cuatro amigos que todas las tardes acuden a Antena 3 para responder a preguntas con las que hacerse con un bote millonario y que juntos ya han logrado batir el récord del mundo de permanencia en un concurso, tuvo hace días un gesto que le honra y del que nadie ha tenido noticia excepto los afectados. Un admirador suyo (uno de esos que le siguen cada tarde en el concurso), se puso en contacto con él a través de las redes sociales para reprocharle una supuesta actitud poco decorosa con uno de sus seguidores.

"Lo vimos en Atocha y se comportó como un... mejor no lo califico, para no perder el respeto. Pero podía ser un poco más amable y simpático. Y más cuando hay chavales que lo saludan", afirmó este usuario de Twitter. Zapata, lejos de huir de la polémica, contestó. "Saludo a todo el mundo siempre que puedo y si tengo tiempo me saco una foto. Seguramente llevaría prisa y no me di cuenta. Os pido disculpas, sobre todo al chaval o la chavala, siento que os llevaseis esa impresión", afirmó Zapata.

Pero no se quedó en una simple disculpa. El concursante de ¡Boom! Llegó incluso a pedir a su seguidor que le mandara un mensaje privado a través de esta misma red social para darle el número o los datos de contacto con el chaval al que supuestamente no había saludado durante su paso por la estación de Atocha. Lo que nos queda ahora es saber cómo acabó la historia. Seguro que bien.