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Crónica de entrevista

Rocío Carrasco y la "obra maestra" de Antonio David Flores

La hija de La Jurado admitió que su hija, Rocío Flores, la agredió y denunció en 2012, razón última de su irreversible distanciamiento, pero que el inductor en la sombra era su padre

Rocío Carrasco.

En febrero del 2020, la revista ‘Vanitatis’ reveló que Rocío Carrasco no había renunciado de forma voluntaria a la custodia de su hija, Rocío Flores, en contra de la más bien aceptada opinión general. La insalvable distancia entre ambas se debía en realidad a una sentencia del Juzgado de Menores número 4 de Madrid que ordenaba su “separación física temporal” tras una agresión de la hija a la madre, una aciaga mañana de julio de 2012 en su casa de la urbanización Valdelagua, a las afueras de Madrid. La causa: una nimia discusión por una nectarina a la hora del desayuno que, según la misma sentencia, derivaría en “una disputa en cuyo transcurso [Rocío Flores] propinó [a su madre] varios golpes, llegando incluso a tirarla al suelo para (…) seguir golpeándola, dándole varias patadas”. Rocío Flores tenía entonces 16 años. Nunca más, después de ese día, madre e hija volverían a hablarse. 

El escabroso episodio de julio de 2012 fue el principal, y más devastador, hilo narrativo por el que transcurrió la esperada entrevista a Rocío Carrasco en el estudio 6 de Telecinco, el miércoles por la noche. Una presencia física, en directo, que la propia hija de La Más Grande había solicitado la semana pasada, justo después de la emisión del séptimo episodio del documental ‘Rocío: contar la verdad para seguir viva’, con el objetivo de “hacer un parón y aclarar algunas cosas”. La comparecencia fue, como era de prever, a través de un formato de programa de vocación espectacular, presentado al alimón por Jorge Javier Vázquez y Carlota Corredera, con presencia en el estudio una variada nómina de expertos que iban desde estrellas de la prensa rosa como María Patiño y Antonio Rossi (cuya relación con Rocío históricamente ha sido tensa) a periodistas de línea seria como Ana Bernal-Triviño y Samanta Villar. Para rematarlo, un impotente ‘videowall’ con decenas de amigos y conocidos de Rocío Carrasco, que o bien se dirigieron a ella en directo o le formularon preguntas grabadas: sus primas Ani y Rocío Jurado, el expiloto de motos Pablo Nieto, la cantante Paulina Rubio, la actriz Yolanda Ramos, que denunció haber sido también “maltratada” psicológicamente, o Fayna Bethencourt, presencia oportunísima después de que el martes la Audiencia Nacional ratificara la condena a cinco años y ocho meses de cárcel a su ex pareja, Carlos Navarro, alias El Yoyas, por malos tratos y amenazas. 

Audiencia millonaria

No faltó la presencia sorpresa, a través de Skype, de un poco habitual en los platós, Fidel Albiac, actual pareja de Rocío y, según algunas voces críticas con la hija de La Jurado, el hombre que la habría “abducido y alejado de todo, incluidos sus hijos”. En definitiva, un ‘show’ audiovisual de grandes dimensiones, con la genuina marca de Mediaset, entre la denuncia sincera y la emotividad impostada, largo, casi eterno, repleto de pausas publicitarias, cuyo tono espectacularizado en vibrantes colores 4K no acababa de casar con la dureza de las situaciones allí expuestas: devastadoras relaciones materno-filiales, actos de violencia física, difíciles procesos judiciales y, en la sombra, la ominosa presencia de un presunto maltratador psicológico moviendo los hilos del mal. El resultado, sin embargo, no pudo ser mejor para Telecinco: el previo de la entrevista arrasó con un 22% y 4.030.000 espectadores, mientras que el segundo tramo reunió a un impresionante 32,5% y 3.041.000 espectadores.

Vestida con un impactante traje chaqueta azul eléctrico y con la melena pelirroja llevada al lado contrario del que luce en la docuserie, Carrasco entró en escena mientras Blas Cantó, representante de España en Eurovisión, ofrecía una arrebatada versión de ‘Como alas al viento’. Con lágrimas en los ojos, pero con conmovedora serenidad, la expresentadora y ‘celebrity’ admitió que, en efecto, su hija la había agredido, aunque el autor intelectual sería su exmarido, el antiguo guardia civil Antonio David Flores: “Es cierto. Rocío [Flores] me agrede, y yo acabo en el hospital. Pero a mí me estaba pegando una paliza su padre. Yo sé que mi hija no es eso en lo que la han convertido”, denunció Rocío, visiblemente afectada, al filo de la hiperventilación. "Quiero pedir públicamente a las personas que la atacan por ello, que no lo hagan. Ella no tiene la culpa, la tiene otra persona, su padre". Carrasco llegó a afirmar, en una de las frases de mayor impacto de la noche, que “convertir en esto a mi hija es su obra maestra [de Antonio David] para conseguir terminar de matarme. Si no cuento esto, no puedo decir lo monstruoso que es su padre”. 

"Papá, ya está hecho"

Fue el relato de un espanto: de cómo su hija, inducida según Carrasco por su padre, la denunció por agresión, pese a que, finalmente, sería la joven, entonces menor de edad, quien acabaría siendo responsabilizada penalmente por ello. “Ni la denuncié ni yo denunciaría nunca a mi hija. No podría denunciar nunca a mi hija porque es lo más maravilloso que me ha pasado en la vida”, afirmó Rocío, quien, con un nudo en la garganta, hubo de admitir como cierta una información del diario ‘El Mundo’ según la cual, tras la agresión de Valdelagua y la posterior denuncia en el cuartel de la guardia civil, la hija le habría dicho por teléfono a su padre: “Papá, ya está hecho”.

Rocío Carrasco, muy precisa en la exposición de los hechos que relató, como de costumbre, admitió que su hija había intentado contactar con ella en los últimos tiempos, pero que su precaria estabilidad emocional, y el consejo de sus terapeutas, todavía no le permite descolgarle el teléfono. “Ahora no, porque ni estoy preparada ni creo que ella lo esté. Pero no me gustaría perder esa esperanza”, afirmó Carrasco, abriendo la puerta a una posible reconciliación con su hija nueve años después de aquel dramático episodio de violencia y posterior alejamiento.

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