Preocupación. Eso es lo que impera entre los fans del colaborador de Sálvame Kiko Hernández. ¿El motivo? Su misteriosa desaparición sin previo aviso de las redes sociales.

Todo comenzó en las últimas horas, cuando la cuenta de Instagram del colaborador de Sálvame desapareció. Cuando se busca la que hasta ahora era su cuenta oficial, @kikohernandeztv, Instagram advierte que no está disponible.

Por el momento se desconocen los motivos de la desaparición. No consta que Kiko Hernández haya advertido previamente el cierre de su cuenta.

Este sospechoso movimiento ha tenido lugar cuando, aparentemente, Kiko Hernández vive uno de sus mejores momentos, al menos en el plano profesional: mantiene su trabajo en Sálvame, está preparando una obra de teatro y ha lanzado su propia marca de aceitunas.

Eso sí, en lo personal ha tenido que afrontar recientemente dos mazazos: el fallecimiento de Mila Ximénez y el de su amiga Begoña Sierra

Kiko Hernández y sus aceitunas de oro

Tal y como se puede ver en la página web de venta de las aceitunas, existen dos posibilidades de compra: Por un lado, un pack de 6 botes de 250 gramos que se venden a 13,79 euros y, por otro, media docena de botes de 800 gramos, a un precio de 21,29 euros.

Por el momento, Kiko Hernández ha vendido 25.000 productos. Eso es lo que ha contado en su cuenta oficial de Instagram. Lo que no ha dicho, es cuántos han sido de 250 gramos y cuántos de 800.

El precio unitario de los botes de 250 gramos es de 2,3 euros, mientras que el de los grandes, de 3,55. Haciendo una media (y redondeando), el precio del bote es de 3 euros. Si multiplicamos 25.000 unidades por 3 euros, nos sale que Kiko Hernández ha ingresado 75.000 euros.

Si bien, esto no es más que una aproximación. La cifra puede ser mayor o menor. En el hipotético caso de que todos los botes vendidos fuesen de los grandes, habría ingresado 88.750 euros. En el caso opuesto, que todos hubiesen sido de los pequeños, hablaríamos de 57.500 euros.

No obstante, aquí estaríamos hablando siempre de dinero ingresado, que no beneficio. A este montante habría que descontar impuestos, gastos y comisiones, si las hubiese; una serie de añadidos que sólo Kiko Hernández conoce y que resulta imposible de desenmarañar.

Lo que está claro, es que todo apunta a que se trata de un negocio rentable.