Pablo Urdangarín se convertía en el improvisado e involuntario portavoz familiar después de la publicación de unas imágenes de Iñaki Urdangarín en actitud cariñosa con Ainhoa Armentia el pasado 19 de enero, que desataban cinco días después el comunicado con el que la Infanta Cristina y el ex jugador de balonmano anunciaban la "interrupción de su relación matrimonial" de mutuo acuerdo.

Educado, prudente, y correcto en todo momento, Pablo - que juega en el Barcelona B de balonmano y es el miembro de la familia Urdangarín Borbón más accesible para la prensa - nos conquistaba a todos desde el primer momento con su saber estar, afrontando con entereza y una sonrisa las preguntas relacionadas sobre la separación de sus padres y la especial amistad de su progenitor con una compañera de trabajo.

Con una madurez impropia de sus 21 años recién cumplidos, el sobrino de Felipe VI confesaba, entre otras cosas, que si se diese la ocasión "no tendría problema" en conocer a Ainhoa Armentia, o que no descartaba que su madre perdonase a su padre y retomasen su matrimonio: "sería lo normal", aseguraba.

Unas declaraciones muy comentadas que no habrían sentado nada bien a la Infanta Cristina que con motivo de su reencuentro con Pablo el pasado fin de semana en Barcelona, habría pedido a su hijo que no hablase más con la prensa.

Una información publicada por la revista Lecturas que el jugador de balonmano ha desmentido, negando con un "no, me gustaría dejar el tema", que su madre le haya dado un toque de atención por sus declaraciones en las últimas semanas.

Más serio de lo normal, lo que si es innegable es que Pablo ha cambiado su actitud con la prensa y si antes no tenía problemas en contestar a todas las preguntas, ahora responde con un absoluto silencio a la consolidación de la relación de su padr y Ainhoa Armentia y a la decisión irrevocable de su madre de divorciarse.