Kiko Rivera ha sido uno de los protagonistas de la tarde en Sálvame. Y es que los tertulianos han empezado a cuestionar las vacaciones del hijo de Paquirri. Desde el programa han contactado con una abogada para que explique el por qué de las vacaciones "tan grandes" de Rivera. "Ha trabajado 31 días en total en lo que va de año y tiene los bemoles de decir que necesita desconectar", advierten lo tertulianos.

Pero en un momento, cuando estaban en medio de la polémica, el programa ha recibido un vídeo en el que se puede ver al hijo de Isabel Pantoja en uno de sus bolos pegando una patada al público. Más tarde, Miguel Frigenti lo ha colgado en sus redes. Todo esto ha despertado una gran polémica en el plató del programa.

Rafa Mora ha salido a defenderlo como buen amigo, pero no ha podido frenar al resto de tertulianos que con fuerza han intentado desacreditar a Kiko.

Kiko Rivera abandona España

Dispuesto a vivir unas vacaciones familiares únicas en Punta Cana con Irene Rosales y sus tres hijos - Ana, Carlota y Fran, fruto de su relación con Jessica Bueno - pero molesto al descubrir que la prensa conocía de antemano el destino de su viaje a pesar de que él solo se lo ha contado a su entorno más cercano. Así llegaba este lunes Kiko Rivera a Madrid para poner rumbo al que promete convertirse en una de las semanas más especiales de su vida.

"Estoy contento, pero lo que me gustaría saber es por qué sabes dónde voy yo, tienen que ser contactos muy cercanos y no me molesta pero la alerta está ahí" ha reconocido sin ocultar su enfado porque el programa 'Sálvame' conociese unos planes estivales que él ha intentado llevar con secretismo.

Parco en palabras, y haciendo gala de su relación de amor odio con la prensa Kiko ha pedido que le dejen "un poquito en paz" antes de asegurar que está muy "relajado" y desvelar cuáles son sus planes para estas vacaciones: "Disfrutar con la familia, con los niños que también se lo merecen y a intentar no comer mucho".

A su regreso, numerosos compromisos musicales en un mes de septiembre que se presenta muy intenso y en el que el hijo de Isabel Pantoja espera que no se repitan los problemas que sufrió en su último bolo en Sanxenxo, Pontevendra, cuando según él un técnico de sonido de la Orquesta Olympus - que le prestó su equipo sin coste - intentó torpedear su actuación apagando el sonido y el micrófono en varias ocasiones.