El don 'divino' de Tamara Falcó: una joven de 29 años se mete a monja gracias a su influencia

"Me alejé de Dios; tenía una vida como la de las chicas de hoy, salía de fiesta y el Señor estaba, cada vez más, en un segundo plano"·

El don 'divino' de Tamara Falcó: una joven de 29 años se mete a monja gracias a su influencia

A.D.

M. R.

Después de días de intensos rumores acerca de los planes de Tamara Falcó para adelgazar cerca de 10 kilos antes de su boda con Íñigo Onieva el próximo 8 de julio, y de que la propia marquesa de Griñón haya estallado por los comentarios sobre su peso -que considera indignantes al estar en su "normopeso"- parece que ya se encuentra aislada en la clínica Buchinger de Marbella.

Al parecer, habría sido este martes cuando ingresó en el prestigioso centro, en el que permanecerá aproximadamente quince días, en los que el fin último no es bajar algunos kilos -que también por la dieta hipocalórica y los ayunos terapéuticos en los que tan solo ingerirá caldos vegetales e infusiones- sino relajarse, hacer un tratamiento detox, desconectar de todo y renovarse completamente por dentro y por fuera antes de su enlace.

Un 'retiro' para lucir perfecta en el día más feliz de su vida que no está al alcance de todos los bolsillos -puesto que costaría alrededor de 30.000 euros- y en el que además de una estricta dieta con la que bajará de peso, también podrá practicar diferentes deportes y actividades con el fin de relajarse y cargar pilas para afrontar la recta final previa a su 'sí quiero'.

Y es que Tamara todavía tiene pendientes varios compromisos publicitarios y también varios viajes a Nueva York para probarse su vestido de novia en Carolina Herrera, por lo que se prevé que abandone la clínica Buchinger a mediados de junio, con tiempo suficiente para cerrar los flecos pendientes sobre su boda, que se celebrará el 8 de julio.

Uno de ellos lo habría solventado antes de aislarse en la clínica Buchinger: hablar con el padre Cruz, cura que oficiará su enlace, para concretar los detalles de la ceremonia. Tal y como han captado en exclusiva las cámaras de Europa Press la del sacerdote es la última visita que ha recibido Tamara en el piso que comparte en el centro de Madrid con Íñigo antes de poner rumbo a Marbella.

El cura abandonaba el lugar con una gran sonrisa y asegurando que la pareja está "fenomenal" a poco más de un mes de su gran día. "Sí, gracias" ha confirmado cuando le hemos preguntado si están preparando ya la boda, evitando adelantar ningún detalle de cómo será la ceremonia.

Tamara, influencer de monjas

Tamara Falcó es una católica y practicante reconocida. La religión es una parte muy importante de su vida y tanto sus allegados, como sus seguidores lo saben. De hecho, la marquesa ha conseguido inspirar a una joven de 29 años que se ha mentido a monja dominica den Cartagena. Tal y como cuentan desde Diócesis de Cartagena, cuentan que el Monasterio de Santa Ana de Murcia, de monjas dominicas, celebraba el pasado domingo la entrada de una nueva hermana: Mihaela María Rodríguez, de 29 años, que se encontró con la llamada de Dios después de una adolescencia alejada de la fe. "Mihaela María nació en Rumanía. Fue adoptada por un matrimonio canario a los 4 años y creció en Tenerife, en un entorno que no era especialmente creyente. «Hice la Primera Comunión y también la catequesis de Confirmación, pero no me llegué a confirmar», recuerda. La fecha coincidía con su graduación del instituto y prefirió dejarlo pasar. Poco después, comenzó la carrera de Turismo. «Me alejé de Dios; tenía una vida como la de las chicas de hoy, salía de fiesta y el Señor estaba, cada vez más, en un segundo plano». Conoció el movimiento eclesial de Comunión y Liberación, pero sentía que, en su vida, buscaba algo diferente. «El Señor me fue atrayendo a él poco a poco; no sabía qué quería de mí, pero él iba obrando», explica.

Para entonces, había una influencer que le encantaba: Tamara Falcó. La seguía en todas sus redes sociales y, un día, su madre le contó que la celebrity había ido a un retiro. A Mihaela María le llamó la atención y quiso hacer uno. Le preguntó a una amiga que era cristiana y ella le habló de una comunidad de monjas dominicas. «Nada más conocer a las hermanas, sin saber cómo era la vida religiosa, vi algo distinto; una felicidad que ellas tenían, y quise saber qué era», dice entusiasmada. Junto a estas monjas hizo una experiencia de 15 días que consistió en vivir con ellas, como una más. «No sentía que Dios me llamaba a monja; pero me encontraba muy a gusto», cuenta con sencillez. Le atrajo la vida en comunidad y, especialmente, el lugar central que ocupaba la oración: «Me impresionó mucho, porque yo nunca había orado más de cinco minutos». Su vocación, sin embargo, se gestó después. «Cuando volví a casa, vi que todo era distinto: nada me llenaba, las cosas que me solían llamar la atención me daban igual; mi vida estaba en otro lugar»". Con 21 años visitaba a las hermanas de aprendió a rezar el Rosario y, posteriormente entró en el convento.  «Con ayuda de las hermanas y mucho discernimiento, sentía que tenía que buscar mis orígenes, mis raíces; que algo faltaba en mi historia». Consiguió localizar a su familia biológica en Rumanía y, por videollamada, conocer a sus padres y seis hermanos. Al año siguiente, pudo viajar a su país de origen para verlos en persona. Sus padres biológicos, en una difícil situación económica, la habían confiado a un centro siendo un bebé. Por su delicada salud, la pequeña estuvo en un hospital. Cuando pudieron volver a hacerse cargo de ella, fueron a recogerla para llevarla de nuevo a casa, pero por más que buscaron no lograron encontrarla. Había desaparecido. En este reencuentro, aquella hija perdida había sido por fin encontrada", explican.