Carla Barber responde a las acusaciones de "aprovecharse" de sus clientes con sus precios

Una seguidora la criticó por la diferencia de precio entre un protector solar vendido en Estados Unidos y en España. Barber, a través de sus redes sociales, defendió la estructura de precios argumentando que no tiene control sobre los márgenes de los distribuidores y aseguró que siempre actúa con honestidad en su negocio.

En sus historias de Instagram, Barber explicó que la diferencia de precio se debe a los costos adicionales asociados a la importación y distribución en Europa, como aranceles, impuestos y tarifas de envío, los cuales influyen directamente en el precio final del producto. Además, señaló que las fluctuaciones en el tipo de cambio entre el dólar y el euro también afectan los precios, "Cuesta 54 dólares en Estados Unidos, en España este es el precio que pone el distribuidor" afirmo Barber.

A pesar de sus explicaciones, la controversia continuó en redes sociales, con algunos usuarios apoyando a la doctora y otros cuestionando la transparencia de los negocios en el ámbito estético. Barber enfatizó que todos los productos que comercializa pasan por rigurosos controles de calidad y que su prioridad siempre ha sido ofrecer productos eficaces y seguros a sus clientes.

La doctora también aprovechó la ocasión para aclarar que nunca ha utilizado publicidad engañosa ni ha pretendido aprovecharse de sus seguidores, reiterando su compromiso con la ética profesional, "Yo jamás me aprovecharía de nadie", ha asegurado la canaria. Barber, que tiene una amplia presencia en redes sociales, se ha convertido en una figura influyente en el mundo de la estética, y sus opiniones y productos suelen generar un gran impacto mediático.

Finalmente, cerró el debate agradeciendo el apoyo de sus clientes fieles y asegurando que seguirá trabajando para ofrecer productos de la mejor calidad, adaptados a las necesidades y expectativas de su público. Sin embargo, la controversia destaca un desafío constante en la industria de la belleza: encontrar un equilibrio entre la calidad de los productos y los precios que los consumidores están dispuestos a pagar, especialmente en un mercado tan competitivo y saturado como el actual.