Ni "exóticos", ni mágicos: toda la verdad sobre los superalimentos

No hay ninguna evidencia científica que compruebe la eficacia superior de estos alimentos frente a los más comunes de la dieta mediterránea

¿Existen de verdad los superalimentos?

¿Existen de verdad los superalimentos?

Miriam Ordóñez

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda una dieta saludable para protegernos de la malnutrición y de enfermedades no transmisibles, como pueden ser la diabetes, las cardiopatias, los accidentes cerebrovasculares y el cáncer. Una mala alimentación y dietas desequilibradas, además de la carencia de ejercicio físico, son los principales factores de riesgo para la salud en todo el mundo.

Se habla mucho de los superalimentos, tipos de comida que tienen una alta concentración de nutrientes, antioxidantes, vitaminas y minerales que pueden aportar muchos beneficios para la salud. Algunos ejemplos pueden ser las semillas de chía, el aguacate, o los arándanos.

Sin embargo, según la nutricionista del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Jara Pérez, se ha demostrado que no hay una evidencia científica que demuestre estas propiedades tan especiales. También se ha revelado que los nutrientes que aportan los superalimentos son equivalentes a las que tienen alimentos que pueden ser más comunes.

Esto se debe a que los superalimentos suelen ser frutas y semillas que han llegado a nuestras rutinas alimentarias desde otras partes del mundo, haciendo de ellos ingredientes "exóticos".

El término "superalimento" es un nombre creado en este siglo, el concepto es algo que se lleva manejando desde hace mucho tiempo. Ahora los alimentos que entran en esta categoría son los arándanos, la chía o el aguacate, pero antes lo era el polen, la jalea real, el vinagre de manzana o la miel.

Los superalimentos y la dieta mediterránea

La lista de superalimentos puede ser tan larga como queramos, ya que la mayoría de ellos pueden tener alguna propiedad que sea beneficiosa para la salud.

Uno de los superalimentos más reconocidos son las bayas de goyi, un alimento muy rico en antioxidantes, vitaminas y minerales que aportan múltiples beneficios para la salud. Pueden ayudar a fortalecer el sistema inmunológico y a proteger la piel y la vista. Contienen aminoácidos esenciales y fibra, lo que contribuye a la salud digestiva y al control del peso. En España, un kilo de bayas de goyi puede llegar a costar 10,96 euros.

Si comparamos las bayas de goji con las zanahorias, podremos comprobar que apenas cambian las propiedades: son ricas en antioxidantes, tienen un alto contenido en fibra y su alta cantidad de Vitamina A es esencial para la salud de la piel y la vista. Y aunque tengan estas propiedades en menor medida, con tan solo consumir 50 gramos de zanahoria estamos cubriendo las necesidades que necesita el cuerpo de dicho compuesto. Y un kilo de zanahorias puede costar menos de un euro.

Esto no pasa solo con las bayas de goyi, sino que muchos superalimentos pueden ser sustituidos por otros más comunes en nuestras rutinas alimentarias. Por ejemplo, la quinoa se puede cambiar por los garbanzos, ya que ambos son una fuente de proteína y fibra.

Por lo tanto, dentro de los nutrientes asociados a los superalimentos, podemos encontrarlos en versiones más tradicionales. Jara Pérez asegura que se pueden obtener los mismos nutrientes que nos aportan los superalimentos con una dieta típica y equilibrada mediterránea.

Alimentos controversiales

Hay alimentos que deberíamos evitar, procedan de donde proceda. Es el caso de los supuestos edulcorantes “saludables”, como el sirope de agave, o de las sales “ricas en minerales”, como la sal rosa del Himalaya. Lo cierto es que tanto los edulcorantes como la sal son componentes que es aconsejable reducir en nuestra dieta, sea cual sea su origen.

Es importante recordar que cualquier sirope (al igual que la miel y los zumos) se encuadra dentro de la definición de la Organización Mundial de la Salud de “azúcares libres”. Que, por cierto, son los que debemos reducir en nuestra dieta por sus efectos negativos en salud. Esta recomendación excluye el azúcar presente de forma natural en la fruta cuando la consumimos sin procesarla.

En cuanto a los minerales en la sal rosa del Himalaya, para consumir el calcio que obtenemos tomando una lata de sardinas en aceite, tendríamos que tomar 600 gramos de esta sal. Es decir, aunque es cierto que esta sal contiene más minerales que la común, son porcentajes despreciables.

Por tanto, si nos apetece podemos incluirla en alguna receta, pero teniendo claro que su consumo debe ser tan restringido como el de la sal común.

La próxima vez que escuchemos hablar de un “superalimento” miremos primero si está en una categoría saludable (por ejemplo: la fruta, sí; cualquier edulcorante, no). A continuación, pensemos que seguramente existe un alimento tradicional con una composición similar y, dicho sea de paso, mucho más barato.

A partir de ahí, es nuestra elección consumirlo o no. Pero recordando que lo importante siempre es que la dieta sea saludable en su conjunto y no que le añadamos unas pinceladas de productos saludables, por muy exóticos que sean.

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