Si dejas que tu hijo menor de 6 años vea dibujos animados, lo estás haciendo mal: así afectan las pantallas a su cerebro
Lo advierte la especialista en neuropsicología Elvira Perejón

Dos niños con pantallas / Freepik
Alejandra Carreño
Analiza durante unos minutos Cocomelón o La Patrulla Canina, dos de los dibujos animados preferidos por los niños. "Puede que te parezca normal y hasta educativo", empieza diciendo la especialista en neuropsicología Elvira Perejón a través de su cuenta de Instagram. Pero no, "pueden afectar (negativamente) al cerebro de tus hijos". "Los cambios rápidos de escena, los colores brillantes, los sonidos intensos y el ritmo acelerado pueden sobreestimular el sistema nervioso infantil y llevar a una sobrecarga sensorial", advierte la maestra y neuroeducadora andaluza, que dirige la empresa de Educación Incondicional.
"Viviendo en la era de la inmediatez", explica la experta, los dibujos animados también se han adaptado a los nuevos tiempos y ahora son más rápidos que los del pasado. Pone como ejemplo a Cocomelón, que tiene 35 cambios de plano por minuto, y a La Patrulla Canina, con unos 25 "y sigue siendo rápido". Más ejemplos: Bob Esponja tiene aproximadamente 35 cambios de plano por minuto "aparte de no ser nada adecuado para el público infantil" y Percherón Remix de La Granja de Zenón alcanza los 39.
"Incluso programas educativos clásicos como Barrio Sésamo han acelerado su ritmo en comparación con las versiones de los años 70", alerta Elvira Perejón. Esto demuestra, añade, "cómo la industria del entretenimiento infantil ha adaptado su contenido a las nuevas demandas de atención generadas por la tecnología". Aunque los contenidos que ofrecen los dibujos animados de hoy pueden generar interés, lo que realmente "engancha" a los pequeños es "la estimulación constante del sistema de recompensa cerebral". Esto es: ritmo rápido, liberación de dopamina, quiero más. Y así constantemente.
"La saturación sensorial que producen estos programas hace que los niños se acostumbren a un nivel de estimulación difícil de encontrar en actividades del mundo real, lo que puede afectar a su neurodesarrollo, comportamiento y su tolerancia con la frustración", señala la experta en neuropsicología infantil. Estos efectos son más preocupantes en niños menores de 6 años, ya que su cerebro "está en pleno desarrollo y sus funciones ejecutivas todavía son inmaduras".
¿A qué edad pueden ver entonces nuestros hijos los dibujos animados? La Asociación Española de Pediatría recomienda reducir al máximo la exposición a las pantallas durante la infancia, especialmente en los menores de 6 años. "No se trata solo de elegir programas más educativos o adecuados, sino de comprender que el cerebro infantil se desarrolla a través de la interacción humana, el juego libre, el movimiento y la exploración del entorno", remarca Elvira Perejón, que remata: "Cuando un niño se enchufa a una pantalla, se desconecta del mundo real. Nada reemplaza el valor del juego y la conexión con el mundo real".
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