Agüera

Los primeros pasos de esta familia se dieron en un tostador de café. Entre sus logros se encuentra el cocodrilo móvil de mazapán o haber servido, por primera vez, la tarta gijonesa.

Argüelles

Gersán, bisabuelo de la actual generación, aprendió el oficio en Gijón, pero fundó su primer negocio en Laviana. Ahora, sus creaciones muestran el sentir del maestro artesano.

Imperial

La historia de la confitería se remonta a 1975. Sus elaboraciones respetan al máximo los ingredientes y las formulaciones, consiguiendo sublimes bizcochos.

La Fe

Pocas estirpes de reposteros tienen la categoría de esta familia. En 1982 crearon el postre gijonés que pronto se popularizó y que serviría en los mejores restaurantes.

La Playa

El nombre de la confitería responde a la primera ubicación. En 1938 se trasladan a la calle Corrida, donde siguen. Las princesitas son compra obligada.

Marqués

Marqués cuenta con una historia de 25 años, pero su mejor época la vive desde 2001. Cualquier excusa es buena para acercarse hasta este templo artesano.

Pomme Sucre

Julio Blanco se ha convertido en tiempo récord en uno de los confiteros de referencia. Su afrancesado y las formas cubistas de sus obras dejaron impresionados a los gijoneses.

San Antonio

En los primeros tiempos triunfaron las teclas de nata y los vascos. Ahora, se sigue manteniendo la exigencia con las materias primas y agrandado la fama de tartas.

Sebastián

Sebastián Pozo comienza en 1966 con la bombonera. Su escaparate, donde siempre están presentes las piedras de San Lorenzo o las florentinas, es digno de visitar.

La ibense

Esta casa enfría desde hace siete décadas los paladares más exigentes. El helado de bombón fue desde el primer momento su emblema, llegando hasta el día de hoy.