Gijón, Óscar G. CUERVO

La tímida escritora Fred Vargas (París, 1957) camina estos días por las calles de Gijón como invitada de una «Semana negra» que hoy toca a su fin. Vargas, considerada una de las escritoras de novela negra más importantes de Europa, elevaba ayer la voz para presentar su obra «La tercera virgen», que narra la historia del comisario Adamsberg, quien tiene que hacer frente al fantasma de una monja asesina del siglo XVIII, a extrañas pociones mágicas o a un rival del pasado que sólo sabe hablar en verso.

La parisina aprovechó el acto para discutir sobre el papel de la novela negra en la actualidad, a la que considera «un buen medicamento para curar los miedos». «Un psiquiatra puede recomendar una lista de varios títulos a su paciente para curar cualquier patología. En el caso de que no funcione, le hace volver cierto tiempo después», explicó, mientras definía el desarrollo de una novela negra como la «presentación de una problemática que siempre se soluciona, de manera positiva o negativa, pero que se soluciona».

Fred Vargas, que en realidad se llama Frederique Audoin-Rouzeau, indicó que «no me gustan las obras de autores surrealistas por lo complicado de su lectura». «Mi padre me obligó a leer todas esas obras cuando era pequeña, sólo podía leer novelas de género negro a escondidas. Los surrealistas odian la novela negra», puntualizó.

Los personajes de las novelas de Vargas, llenos de belleza y sentimientos encontrados, son así porque «trato de transmitir la realidad de las personas», matizó la escritora gala. «Según conozco al asesino que describo, mejor me cae. Todas las personas tienen sus luces y sus sombras», puntualizó, mientras explicaba que «no suelo controlar lo que hacen mis personajes porque me resultaría muy aburrido, y si algo me aburre, al lector le pasará lo mismo». «Suelo controlar pequeñas frases de mis obras, que llevan a los personajes a reaccionar de una determinada manera, aunque con poco peso dentro de la narración. Suelo ir un paso por detrás de todos mis personajes», expresó.

Cuestionada acerca del posible carácter extranjero de todos sus personajes, la francesa explicó que «todo se debe a una cuestión de musicalidad. Una novela sin un buen esquema melódico no triunfará». «Busco nombres y apellidos alemanes, judíos o bretones porque el francés no me gusta nada», confesó.

Su próxima obra, «Un lugar incierto», que saldrá en España en el mes de octubre, volverá a tener como protagonista principal al comisario Adamsberg. Esta novela plantea de nuevo una temática negra, de intriga, aunque con la inclusión de un nuevo elemento: los vampiros. «Las novelas negras deben ser más ingenuas, más fáciles, más simples. Me gusta hacer novelas para todos los públicos», indicó Vargas, quien considera que «todos los seres humanos han tenido la necesidad de contar y de leer situaciones de peligro». «Da igual en la época en que se desarrolle una novela negra ya que siempre encontraremos los mismos tipos de personajes. Nos encontraremos con un detective o con un caballero; con un vampiro o con un dragón; con una bruja o con un asesino», explicó.

Respecto al caso de Cesare Battisti, un ex activista del grupo radical de izquierdas «Brigadas rojas», condenado a cadena perpetua en Italia por terrorismo, y que actualmente vive como refugiado político en Brasil, la novelista francesa recalcó su incondicional apoyo al acusado, a quien considera «víctima de un proceso judicial viciado». «Después de 25 años reuniendo pruebas, estoy segura de que podemos ganar esta causa», subrayó.