Ribadesella,

Bárbara MORÁN

Ribadesella ya oye sonar el viento. El que traen las miles de personas que este fin de semana colapsarán esta villa y Arriondas para disfrutar de la fiesta de las Piraguas.

Y como la fiesta también tiene sus efectos secundarios, y como la marabunta de gente va a ser enorme, los que tienen un negocio en Ribadesella prefieren tomar precauciones a tiempo que tener que lamentar destrozos. Por eso, ayer ya comenzaban a aplicarse las medidas para paliar los efectos de las Piraguas. Mientras muchos compraban víveres para tener repletas sus despensas, y ante el temor de que las tiendas se queden sin provisiones, los escaparates de las coquetas tiendas riosellanas se comienzan a proteger, aunque no será hasta mañana cuando se coloquen los candados y las protecciones para salvar a los cristales. El Ayuntamiento también ha vallado las rotondas, se han apagado las fuentes y se protegen los paneles de Mingote, para que luzcan iguales una vez pasada la resaca.

A dos días de que se celebre el Descenso Internacional del Sella las primeras tiendas de campaña ya se empiezan a instalar, hay que coger sitio pronto, como en los mejores conciertos, suena la música espontánea de algún coche que atraviesa las calles de la villa, huele a «calimocho» y a sidra, hay ambiente festivo. Mientras unos abren la tienda de campaña otros tapian los escaparates. Es el viento del Sella que un año más, y van setenta y tres, vuelve a soplar con fuerza.