Gijón, Teté F. BALSEIRO

R. NOGUEIRA

Bisbal y todos sus fans sufrieron anoche en Gijón con el histórico partido que aupó a la selección española a las semifinales del Mundial. Todo estaba preparado para que los fieles seguidores del ex «triunfito» tuvieran la oportunidad de vibrar antes y durante el concierto. En las pantallas gigantes que acompañan el montaje del almeriense se pudo ver el partido de España, para regocijo de las 3.500 almas reunidas en la plaza de toros de El Bibio. Y él, entregado como siempre a su público, se lanzó de rodillas sobre el escenario, pasional, y les gritó: «¡Buenas noches, Gijón! ¡Qué sufrimiento más grande! ¡Vaya delantero que tenéis en vuestra tierra, qué arte», e inmediatamente empezó a corear con el público: «¡Villa, Villa... maravilla!» .

Ataviado con un chaleco vaquero y una camiseta negra, comenzó cantando «Sin mirar atrás» y «Esclavo de sus besos». Llegó puntual, y con una plaza pletórica por la victoria de la Roja, antes de subir al escenario recibió el primer regalo de la noche. Aarón González, un niño gijonés de 7 años, que llegó acompañado de su madre, Miriam García, le hizo llegar a su ídolo un dibujo de un castillo donde aparece Bisbal, junto a su mujer y su niña.

Después llegaría la lluvia de sujetadores tras el «Aquí y ahora», que hizo ruborizarse al más expresivo de los «triunfitos»: «Es que me vais a poner nervioso», se confesaba. Bisbal siguió, como es él, pura energía, moviéndose constantemente sobre el escenario, y alabando la entrega de su público. «Gracias por haber venido en un día complicado, por el partido, por eso hemos querido que lo pudierais ver con nosotros», les dijo.

Después hubo tiempo para hablar de «Ausencia», pedir a las fans que dieran su «Amor», corear una y otra vez «24 horas», sin dejar de oír el «Boom». E inmediatamente dio un giro más intimista a su recital. Con un elegante traje negro, era el turno de «Princesa». Se agachó y lanza «un besito para la gente que está fuera, que la estoy viendo desde aquí». La explosión llegó con «Bulería», pero el ex «triunfito» hacía una llamada a la prudencia en las primeras filas: «Cuidado al saltar, que no lleváis sujetador». Tras dos horas de concierto y un «Ave, María» de por medio, se despidió con el esperado «Waving flag», «Silencio», «Esclavo de sus besos» y «Dígale», que aprovechó para retar a la plaza a que le ayudasen a cantar juntos. Un adiós redondo. Después sus eternos rizos dorados se perdieron en el horizonte de Gijón.

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