Gijón,

Elia IGLESIAS

«Nada me satisface más que mi Gijón del alma, volver a la tierra siempre es importante», confesaba Arturo Fernández entre bambalinas minutos antes de estrenar «La montaña rusa» sobre las tablas del Jovellanos. Tras cuatro años sin actuar en Gijón, después de su obra «Desconcierto» el gijonés que mejor luce el «smoking» volvió ayer a casa.

La obra cuenta en el reparto con la actriz Carmen del Valle de la que su compañero habla maravillas. «Es una de las mejores actrices jóvenes del momento, y no lo digo sólo yo, sino su carrera profesional. Ha sido galardonada con premios tan prestigiosos como el Max de teatro. S in ella mi interpretación estaría vacía». Además, «La montaña rusa» se presenta con una carta de recomendación excepcional y es que su autor, Eric Assous, cuenta entre sus éxitos con obras como «Los Puentes de Madison». El mismo Arturo Fernández lo reconoce: «Es uno de los mejores textos que ha caído en mis manos, siempre me ha gustado decir que mi última comedia es la mejor pero esta es sin ninguna duda la más realista».

A pesar de que el horario elegido para la primera representación estaba próximo al comienzo del partido España-Paraguay, el «chatín» no defraudó y lleno el teatro Jovellanos. «El publico de Gijón y los medios de comunicación siempre han sido tremendamente generosos conmigo, los defectos me los han ocultado y siempre me han abierto caminos». No era de extrañar escuchar algún suspiro femenino en la sala. Y es que Arturo Fernández sigue siendo un galán de los de antes. «Heredé de mis antepasados astures el saber estar; los hombres de mi generación tenemos otra mentalidad».

Respecto a su carrera el actor afirma que no tiene ningún interés en retirarse ya que en su profesión la edad de jubilación la decide el público. «Yo todo se lo debo al público, sin él los personajes no valdrían nada, no serían nadie», sentenció el asturiano. En cuanto a sus papeles y a su fama de «gentleman» asegura que su verdadera personalidad no tiene nada que ver con la de los hombres que interpreta. «Mis personajes son entrañables, hacen feliz a la gente pero no a ellos mismos, bajo su saber estar y su elegancia esconden siempre una faceta de perdedores natos, algo les falla».

No le molesta que le conozcan por ser asturiano y confiesa que cuando llegó a Madrid muchos le tachaban por su acento. Tampoco le incomoda que le recuerden como el «chatín» de «La casa de los líos». «Lo del "chatín" se me ha quedado y ha sido una de las cosas que yo he querido sacar de Asturias. Antes nos llamábamos así en confianza, de una forma coloquial; son expresiones que se han ido perdiendo». Con este apelativo, dice que le ha pasado de todo: «Gente en coche ha llegado a bajar las ventanillas y ha empezado a gritarme ¡chatín, chatín!», recuerda el actor con una sonrisa.

Orgulloso de su tierra y como si de una predicción se tratará, proclama: «Volveré, siempre hay algo que me empuja a volver y algún día lo cumpliré».

«Lo del "chatín" se me ha quedado, no me molesta que me lo recuerden; es una de las cosas que he querido sacar de Asturias»