Llanes / Ribadedeva, María TORAÑO

San Antolín sobrecoge. La inmensa playa de la localidad llanisca de Naves, en la que desemboca el río Bedón, es inabarcable de un solo vistazo. Justo al lado del monasterio románico construido junto al cauce arranca la senda costera que, a lo largo de unos 50 kilómetros, conducirá a los caminantes hasta la frontera misma con Cantabria, en la localidad de Bustio, dentro del concejo de Ribadedeva. De hecho, en el extremo más oriental de la costa asturiana tan sólo quedan pendientes de acondicionamiento -que se prevé que estén terminados antes de que acabe el año- los cinco últimos kilómetros que separan el municipio de Llanes del de Ribadesella, desde la playa de San Antolín hasta la de Guadamía. El trayecto comienza por el momento en el extenso arenal navizo, pero merece la pena retrasarse 500 metros hacia el Oeste para encontrar el singular monumento natural de la playa de Gulpiyuri, una depresión caliza en medio del campo con una estrecha cueva a través de la que se cuela el agua del mar.

Desde San Antolín, el acceso a la senda está perfectamente señalizado y se eleva paulatinamente hasta llegar al punto álgido en el que, tras rodear el monte, aparece la playa de Torimbia, escenario de películas como «El genio tranquilo», de Gonzalo Suárez, o «El abuelo», de José Luis Garci, ambas señaladas en el itinerario turístico «Llanes de cine». Desde Torimbia hacia el Norte se ve el inmenso paredón de la Sierra del Cuera, ése que impide que las nubes sigan su curso hacia el Sur y propicia que cualquier día pueda nublarse de repente en el concejo. Desde esta playa -nudista y de acceso estrictamente peatonal, aunque se puede aparcar en las inmediaciones- la bajada al pueblo de Niembru se realiza entre robles y encinas y se sale a la carretera local junto a un antiguo molino, al lado de la capillina de las Ánimas, justo en frente del famoso cementerio sobre la ría en el que se han rodado escenas de la serie televisiva «La Señora», entre otras. La carretera hasta Barru está actualmente en obras, así que aunque sea más corta que la senda lo ideal es continuar el camino por una pista que sube durante dos kilómetros a la sombra de las encinas, para después bajar y salir definitivamente a Barru, punto en el que la acera de la costa llevará al paseante hasta Celoriu. Las playas de Barru, Sorraos, Toranda, Troenzo, Borizu y Palombina-Las Cámaras son algunas de las que se encuentran en esos poco menos que dos kilómetros de costa.

Desde el monasterio de San Salvador celoriano el camino continúa por los acantilados hacia Poo y permite bajar a las playas de Portiellu y San Martín, a las que no llegan los coches. La desembocadura del río Vallina genera en la playa una preciosa ría, que se cruza sin dificultad con la marea baja, pero que obliga a dar un rodeo por la carretera general si está alta. Por la línea costera se sigue hasta Llanes, donde el paseo de San Pedro da la bienvenida a los visitantes. Se puede atravesar la villa directamente por su calle principal o dar un ligero rodeo por la playa de Toró, para después continuar en La Portilla hacia la ermita del Cristo. Aquí se encuentra otra de las subidas fuertes del recorrido para alcanzar la ladera que bordea por encima el pueblo de Cue y conduce hacia la playa de Ballota y el mirador de La Boriza. Desde ahí se baja a Andrín por un camino pegado a la carretera y al final del pueblo se toma otra senda hasta la desembocadura del río Purón, desde donde se sube de nuevo para llegar al bufón de Arenillas. Si la mar y el viento lo permiten, el espectáculo de los chorros de agua subiendo y rugiendo en dirección al cielo está garantizado. Muy cerca está ya Pendueles y el final del primer tramo de recorrido.

De Pendueles hacia Buelna la senda se separa del mar y sube hacia la Sierra Plana de La Borbolla, desde donde, cuando el arbolado lo permite, se contempla majestuosa la línea de costa. Pero antes, en Buelna, igual que se recomendó para San Antolín, merece acercarse a conocer Cobijeru y ver las ruinas del único molino de mareas que se conserva en la zona. El camino en la Sierra Plana es una pista forestal que desciende hacia La Franca -ya en Ribadedeva-, donde también es interesante acercarse a la playa. El camino pasa por detrás del pueblo hacia El Peral y pocos metros más adelante obliga a cruzar la carretera general N-634 para entrar a Pimiango, donde existe un mirador panorámico sobre los acantilados. Pasado este pueblo se baja hacia el mar, se deja a la izquierda el faro y se entra en los terrenos de la iglesia de San Emeterio, desde donde también se llega a la cueva del Pindal, con pinturas que son un auténtico tesoro del Paleolítico. A través de una pista que se adentra en un bosque frondoso de robles, encinas y otros árboles se alcanzan las ruinas del monasterio de Tina, uno de esos lugares recónditos y escondidos que aún conservan la magia de sorprender a quienes lo visitan por primera vez. Como colofón del camino se encuentra una dura subida a la rasa de Pimiango, donde el camino nos obliga a retroceder unos metros hacia el Oeste antes de emprender la bajada a Bustio por una pista forestal rodeada de árboles que desemboca en la carretera.

Características

G. R. AS-19. Senda costera cicloturística (BTT) y peatonal.

Paneles informativos y buena señalización durante el recorrido, hitos kilométricos en piedra. Sobre todo en el segundo tramo, la senda presenta fuertes desniveles. Casi 50 kilómetros desde San Antolín, en la localidad llanisca de Naves, hasta Bustio, en la frontera de Ribadedeva con Cantabria. Más de doce horas todo el recorrido. Lo ideal es dividirla en dos o tres etapas. Se propone una primera mitad de San Antolín hasta Pendueles (28 kilómetros) y después de Pendueles a Bustio (21,6 kilómetros).