Luanco (Gozón),

Amaya P. GIÓN

El torneo de tenis playa de Luanco luce nuevo look. Los muchos aficionados y curiosos que cada año se dan cita en la playa de La Ribera han abandonado esta vez las chaquetas y chubasqueros por sombreros y abanicos. El «Roland Garros» de la comarca avilesina, que ya alcanza su trigésimo primera edición, ha cambiado este año la luz de la luna y de los focos por el sol, que ayer brilló sin descanso durante los dos primeros partidos de cuartos de final. No hubo sorpresas. El argentino Juan Ignacio Chela venció al manchego Carlos Bautista y Nicolás Almagro hizo gala de su buena racha al eliminar al joven gijonés Pablo Carreño. Pero a muchos de los aficionados que ayer se pasaron por La Ribera, más que el marcador les interesaba volver a casa con una foto o una firma de los protagonistas. Y casi todos los cazautógrafos lo consiguieron. Los tenistas son así de encantadores.

«¡Hay que ver que majo es este chico!», exclamaba una espectadora tras retratarse con Chela, que ayer vivió su primera vez sobre la arena de La Ribera. El deportista argentino atendió tan amable como sudoroso a los que se dirigieron a él para dejar constancia del encuentro. El niño ovetense Diego Jodra se llevó a casa doble premio: consiguió una de las pelotas de tenis gigantes que la organización lanzó entre el público en el descanso y logró que Bautista estampara en ella su firma.

Niños, adultos y mayores, hombres y mujeres, lugareños y visitantes conforman el público del tenis playa de Luanco. Ayer destacó el público gijonés, que mostró así su apoyo a Pablo Carreño. Como la gijonesa Mari Luz Moreno, de 75 años, una gran aficionada a la raqueta y fan de Rafa Nadal, uno de los pocos grandes tenistas españoles que aún no ha pisado la arena gozoniega. «Yo nunca jugué, pero sí mis hijos y mi marido. No me pierdo un partido, aunque es la primera vez que vengo a los de Luanco», explicó Moreno mientras se protegía de la solana con un paraguas.

Al corverano Javier Ovies no le hace mucha gracias lo de los partidos al sol. «Este es el segundo año que vengo y la verdad es que prefiero el torneo nocturno. A esta hora, con el calor que hace, no hay quien pare», señaló el aficionado. El día de verano de ayer, de hecho, animó a muchos a cambiar la arena de La Ribera por la de la playa de Santa Marina. Fue el caso del luanquín Manuel Antonio Martín, que se dejó caer por el torneo con sus hijos Saúl y Sara antes de extender la toalla en la playa. También de los pequeños madrileños Fernando y Alberto Ruiz García. «Papá, papá, ¿con cuál hay que ir?», «yo voy con el de la gorra», comentaban entre ellos. Poco después, La Ribera ovacionaba a la estrella de la jornada, un Almagro que también busca el triunfo en Luanco.

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