Avilés, Saúl FERNÁNDEZ

Borja Ortiz de Gondra (Bilbao, 1965) lleva toda la semana por Avilés. Es el autor de «Memento mori», el espectáculo que anoche inauguró las Jornadas de Agosto del teatro Palacio Valdés; el primer estreno nacional de la temporada. David Desola (Barcelona, 1971), por su parte, llegó ayer por la mañana a la ciudad. Ha escrito «La charca inútil», un espectáculo por el que obtuvo el premio «Lope de Vega» hace tres años y que esta noche (22.30 horas) se presenta sobre el tablado del odeón avilesino. LA NUEVA ESPAÑA propició el encuentro entre los dos dramaturgos, dos de los más destacados de la escena actual, dos de los más premiados. A la sombra, en la terraza del bar Lord Byron -junto al Palacio Valdés- ambos hablan del oficio de escribir para la escena, de los impuestos, de los comienzos, de los deseos más inusitados.

-¿El de dramaturgo es un trabajo singular?

DAVID DESOLA. Sí que es un trabajo singular porque yo no lo considero un trabajo. Yo no sé Borja...

BORJA ORTIZ DE GONDRA. Para mí sí que lo es. Me gano la vida con ello y, encima, tengo una licencia fiscal y pago impuestos. Lo que me sigue sorprendiendo es que me paguen por hacer algo que me gusta. Singular sí que es. Cuando te piden la profesión en el banco, cuando pides una hipoteca, nunca sé qué decir. Si digo dramaturgo siempre te preguntan: «¿Y eso qué es?»

-¿Cómo pagan ustedes los impuestos?

LOS DOS, A CORO. Como autónomos, somos autónomos.

D. D. Estamos exentos de IVA.

B.O. de G. Como todos los escritores. Pagamos nuestros impuestos y no vivimos del arte. Esta es una profesión, profesión. No es un «hobby» que hacemos por las tardes cuando volvemos de la oficina. Lo que hay es un compromiso con lo que haces y muchos años de escritura. ¿Cómo se llega a estrenar? Eso ni David ni yo lo sabemos. Por qué estrenas es un milagro. Cuando estrenas siempre piensas: «Voy a disfrutarlo porque este milagro no se va a volver a producir». ¿Pero cuántos años llevamos, David, que se sigue produciendo?

D. D.-Yo llevo once años, pero viviendo de esto, a temporadas. Luego hay que reciclarse.

B.O. de G.-Yo llevo veinte.

-¿Son los dramaturgos vivos una especie en extinción?

D. D. Los autores españoles a lo mejor existimos más fuera de España que dentro del país.

B.O. de G. Existimos. Si ves la nómina de la asociación de autores descubres que hay 250 escritores y, para eso, tienes que tener, creo, dos obras estrenadas. Otra cosa es que la estructura teatral tenga interés en reconocerlo y tenga ganas de hacer obras que siempre son una apuesta. El noventa por ciento de las ocasiones estas obras nuevas no se han hecho nunca y no han sido un éxito en otro país, que es lo que siempre te están pidiendo.

D. D. La dificultad es que se interese por nosotros la producción privada. Y yo puedo decir que las obras que he estrenado las hicieron empresas privadas.

B.O. de G. En mi caso debo decir que «Memento mori» es un encargo, no es una obra que yo quería escribir o tuviera ya escrita. Me llamó Cristina Rota y me ofreció trabajar con ella. La producción es privada al cien por ciento, un riesgo, una apuesta que se juega ella por algo que no existe. Esto es un ejemplo de una productora que se juega su dinero por hacer algo en lo que cree, federando a la gente que lo puede hacer.

D. D. «La charca inútil» no es un encargo, es una obra escrita por libre, pero en la que hubo interés en ponerla en escena antes, incluso, del «Lope de Vega».

-¿Por qué eligieron el teatro y no otro género?

B.O. de G. Vengo del mundo del teatro. Estudié interpretación y después dirección. Cuando me puse a escribir lo natural es que me saliera teatro. Tengo mucho respeto por cada uno de los géneros, cada uno tiene sus propias claves. No creo que uno pueda saltar de un género a otro. El teatro es un género híbrido, con un pie en el escenario y otro en la palabra.

D. D. Yo no tengo formación teatral, mi formación es de cine.