Cantante de folk, presenta mañana en Gijón el disco «Camphor&Cooper»

Gijón, Ángel CABRANES

Mélissa Laveaux (Montreal, 1985) es una joven intérprete que trufa en sus interpretaciones folk melodías de tabla, melódica, cajón, o ukelele que desvelan sus orígenes haitianos. De imponente voz y siempre con la guitarra en ristre, esta canadiense está de gira con su último disco «Camphor & Cooper», construido sobre las bases del álbum que autoprodujo dos años antes. Ésta será su carta de presentación mañana, a las 20.00 horas, en la plaza Mayor, como parte de las actuaciones gratuitas de las fiestas de Begoña.

- ¿Cuándo decidió dedicarse a la música?

- Desde muy pequeña me interesó la música. Recuerdo que cuando tenía apenas seis años, perdí un cheque que servía como pago para tomar clases de piano. Fue una tragedia, pero eso me sirvió para empezar a tocar la guitarra en casa. En esta ocasión fue mi padre quien ejerció de profesor.

-Toda una suerte extraviar aquél dinero ¿no?

-Más o menos. Ahora, con el paso del tiempo, lo veo como algo bonito. Lo cierto es que me llevó por un camino que intenté aprovechar al máximo. Fue una suerte.

-¿Cómo definiría su música?

-Mi último trabajo es muy personal, mi propia interpretación del estilo folk. También soy una amante del jazz, una afición que también me introdujeron mis padres, pero en este álbum no existen grandes referencias a ello. Es un tipo de música que requiere mucha técnica y talento.

-¿Quiénes son sus ídolos en lo musical?

-Entre los clásicos me quedaría con Aretha Franklin y Susana Baca. Amo sus voces y sus trayectorias, son todo un ejemplo.

-¿Qué es Camphor & Cooper?

-Es una colección de experiencias que me han sucedido con la gente, o incluso lo que hubiera deseado que me pasara, ideadas en los últimos cinco años de mi vida. Intento que el público intente sentirse identificado en cada una de ellas. Hay historias de amor, en las que la letra refleja como en una relación a veces sólo falta un poco más de cariño para que la pareja no se rompa. De todas formas, la vida es mucho más que una buena canción.

-Es licenciada en Ética y Sociedad por la Universidad de Otawa ¿Cómo han influido sus estudios en su obra?

-Siempre me ha gustado poder ayudar de alguna forma a quienes me rodean. Ahora lo hago a través de la música, pero me hubiera encatado ser médico, y poder curar a las personas de mi entorno.

-La de Gijón no será su primera visita España ¿Qué le hace diferente a este público respecto al norteamericano?

-Los españoles son mucho más relajados. Son un público capaz de invertir en el arte y en la cultura. Me he encontrado con muchos seguidores aquí, y es algo que me ha sorprendido. Todo esto, por no hablar de tópicos como la buena cocina o el tiempo, que también son ciertos. Gracias a mi clases de español en el instituto consigo defenderme un poco en el idioma, pero lo justo para saludar (se ríe).