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«Me levanto todos los días a las siete y media de la mañana», aunque confiesa que tiene auténticas peleas con la cama para poder ponerse en pie cada día. Entra a trabajar a las ocho así que tiene el tiempo justo. «No me gusta nada eso de la tostada, el café y echar tiempo en la mesa», asegura. Para contar lo que desayuna desde hace por lo menos 20 años dice que nada de cachondeos: «Un paquete de galletas, uno de leche, un plátano y Cola Cao todo pasado por la batidora». Afirma que es como «el biberón de un niño». ¿Será parte de la receta del éxito?

Bouzán asegura que no podría decir si es más duro el trabajo o el río porque «la obra tiene días muy malos pero también los tiene la piragua». De hecho estuvo retirado de la competición cinco años, tras ganar la primera vez en K1 en 2002. «Lo dejé una temporada porque llega un momento en el que cansas y hace falta desconectar», matiza. Pero cuando el río llama poco se puede hacer y mucho menos si se tiene la puerta de casa. En 2008 volvió y quedó tercero en K1, el año pasado venció en la categoría en solitario y este año destronó a Julio Martínez, así que el parón no le ha hecho resentirse para nada y volvió con energías renovadas. Aún es pronto para decir si el año que viene bajará de nuevo el Sella o no el día del Descenso Internacional. Por ahora se concentra en el Campeonato de España de Maratón que se celebrará en Zamora del 21 al 22 de agosto. Correrá con Fernández Fiuza y le parece que van a «andar bien».

La fiesta de las piraguas tiene algo que engancha. Todo el que haya escuchado «Asturias, Patria Querida» desde las orillas del Sella en Arriondas antes de la salida lo sabe. «Esos minutos pueden ser los mejores o los peores», sostiene el vencedor de este año, para quien esta carrera es muy distinta a otras porque «estás escuchando el himno y sólo puedes pensar en la que se va a montar en cuanto termine». Abren los cepos que apresan las palas de los piragüistas, salen todos a la carrera, cogen la piragua y al río. Los empujones y amontonamientos son comunes. A ver quién es el primero que se abre camino. Y este año fueron ellos. Bouzán cree que este año «estaba menos azotao que otras veces» y afirma que se subió a la piragua convencido de que «si nos iban a ganar por lo menos les iba a costar lo suyo».

Cuando no está en el trabajo o en el río aún le queda tiempo para otras cosas, aunque parezca imposible. «Soy el hombre aficiones», se define. La pesca submarina y la caza a partir de septiembre son otras de las actividades con las que llena su tiempo. Disfruta de cada momento al máximo y recuerda con cariño sus primeras competiciones. «Si te sacaban a una carrera a Palencia aquello era una fiesta», explica y agrega que «hoy en día hay un vacío de gente joven» que se dedique a este deporte. «Antes no teníamos otra cosa y los chavales de ahora tienen tanto que ni salen de casa», lamenta. Tal vez les sobre bollería industrial y les falte un poco del «biberón» del desayuno gracias al que a Bouzán aún le queda cuerda para rato.