En los años sesenta, los Seat 600 eran los coches más utilizados en las carreteras españolas. Era la época del «baby boom» y de los inicios del turismo en el país. Sin embargo, por aquel entonces, en otras latitudes, corrían vehículos de la marca Porsche, MG y Austin Healey. Son algunos ejemplos de los modelos que ayer finalizaron en el hotel Zen Los Balagares de Corvera la sexta etapa de la XXIII edición de la maratón de coches clásicos. Parece que por esos coches no ha pasado el tiempo. Algunos como el Triumph TR 3, pilotado por los ingleses John Ball y David Taylor, ha cumplido ya las cuarenta y cuatro primaveras y se encuentra en perfecto estado. «Es el más viejo de la competición, por eso llevamos el número 1», bromea Ball. A su lado, Dominique Barron y su hijo pequeño Tony, conducen un Sunbeam Tiger de 1965. «Lo compré hace quince años en Inglaterra, donde vivo, y lo reparé al completo», indica este amante de los coches clásicos que está encantado con el paisaje del norte de España. «No me lo esperaba así», resalta

Barry y Roma Weir conducen un Mercedes 208 SL desde hace cuatro años pero tienen el honor de haber realizado la vuelta al mundo en un Aston Martin de 1975. «Somos los primeros que damos la vuelta al mundo en un coche clásico, es muy duro, pero mereció la pena», indicó Weir.

Mientras los participantes se iban acercando al hotel corverano, el organizador de la carrera, el británico Jeremy Dixon explicaba que la competición partió de Santander el pasado día 25 de junio, con treinta coches de los años sesenta y setenta. «Actualmente, somos 25», apostilló Dixon. Esta maratón de coches clásicos recorre cada año un país diferente, el año próximo recorrerá Irlanda.

«Normalmente, en el Reino Unido conocemos el sur de España, aunque, la verdad estamos encantados de haber conocido el norte, algunos repetiremos», indicó el organizador de la competición en la que participan exclusivamente coches propiedad de británicos, irlandeses y austriacos, principalmente. «Queremos que se unan españoles a nuestra ruta», añadió Jeremy Dixon.

Los dueños de estos clásicos miman hasta el último rodamiento de unos coches que difícilmente se pueden encontrar actualmente en las carreteras. Joyas como un Jaguar tipo E de 1963, un MGB GT de 1969, un Porsche 911 de 1965 se dieron cita en esta carrera de coches clásicos «subidos de precio», como indicó uno de los curiosos que se acercó ayer a Los Balagares para ver los coches de cerca. Es tal el cariño que algunos tienen por sus coches que, por ejemplo, el alemán Klaus Schaffrath trata a su Alfa Romeo Julia de 1969 como su «novia». «Es la única novia que me deja tener mi mujer», bromea Schaffrath ante su amigo galés y copiloto durante la carrera, Terry Davies.

La competición se divide en siete etapas. La primera unió Santander y Ribadesella, la segunda partió de la capital riosellana hasta Ponferrada (León), la tercera salió de la capital de El Bierzo con destino a Orense, la cuarta llegó hasta Guitiriz (Lugo) y la quinta a Corvera. Mañana será la final en la capital asturiana. Anoche, tocó descanso y los motores de los sesenta dejaron de rugir.