Miranda navega por un mar de arroz
El cocinero Luis Carbajal supervisó en el
barrio avilesino la elaboración de un guiso pantagruélico y festivo del que se repartieron 5.000 raciones vendidas al precio de 5 euros

Los vecinos de Miranda en plena elaboración de la arrozada, ayer por la tarde./ mara villamuza
Avilés, Laura ORTIZ
La arrozada de Miranda tiene medidas pantagruélicas: 80 kilos de arroz, 25 de pimientos rojos, 25 más de guisantes, 40 de salchichas y 5 botellas de sidra son los ingredientes necesarios para la exitosa «paellona» que cada año desde hace treinta y tres se celebra en el prao de la Cruz de la Hoguera, en Miranda, coincidiendo con las fiestas de Santo Domingo. Así, las paellas gigantes no son patrimonio exclusivo del Este de la península; en Asturias también se cocina arroz para multitudes. Ayer los vecinos de Miranda dieron buena prueba de ello.

Miranda navega por un mar de arroz
«Todo empezó como un festejo en familia, una tradición casera para 300 personas como mucho, pero se corrió la voz y al final tuvimos que ampliar el tamaño de las paelleras. Recuerdo que un año llegamos a las 10.000 raciones», explica Marta Menéndez, una componente de la junta directiva de la asociación de vecinos de Miranda. Ayer, Menéndez no daba abasto. A partir de las siete de la tarde cientos de personas de muchas partes de Asturias formaban filas que recorrían varias decenas de metros a la espera de una cazuela de arroz, un plato que se come en unos minutos pero que se tarda todo un día en preparar.
Amelia Suárez, una de las más veteranas en el festejo, no quiso perderse la preparación del arroz por trigésima segunda vez. «Llevamos aquí desde las 9 de la mañana y hubo años que vinimos incluso días antes para cortar la cebolla y los pimientos», aseguraba la mujer. Y es que para rellenar una paellera de tres metros de largo por uno de ancho hace falta, además de mucha comida, mucha paciencia. Cinco euros es el precio que los comensales pagan por ración. Eso sí, el precio incluye además del arroz, un tenedor, una servilleta y pan. Los comensales se suelen llevar la cazuela de barro a modo de «souvenir».
Para bajar la comida, los participantes en la arrozada pudieron también echar unos bailes a ritmo de orquesta. Otros años, además de servir los platos, las asturianas bailaban y cantaban para animar la fiesta. «Llegábamos a bailar hasta medianoche, porque a pesar del cansancio nos lo pasamos muy bien», subraya Amelia Suárez. La pregonera de las fiestas de Miranda, María Teresa Álvarez -escritora, viuda del conde de Latores, Sabino Fernández Campo-, también disfrutó del menú de Miranda: una mar de arroz por el que los mirandinos navegan orgullosos.
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