Navelgas (Tineo),

Gustavo GARCÍA

Desde siempre el hombre ha sentido fascinación por el oro. El brillante metal ha sido la obsesión de multitud de ambiciosos buscadores, hasta el punto de ser la causa de una de las «fiebres» más famosas que se recuerdan.

El mineral aurífero es el más preciado y deseado, y, en su búsqueda, se crean minas de centenares de metros de profundidad. Sin embargo, en Navelgas, Tineo, utilizan un sistema mucho más sencillo y artesanal. El bateo del oro, mediante el cual se extraen las pepitas del lecho de los ríos, es una técnica de siglos de antigüedad, pero ahora es también uno de los recursos turísticos de este pueblo tinetense.

Para potenciar su difusión y recordar a las antiguas generaciones de bateadores, la Asociación de Buscadores de Oro Enrique Sanfiz organizó durante la jornada de ayer el VI Certamen Enrique Sanfiz de búsqueda en el río de oro. Al evento acudieron medio centenar de personas, que, por 12 euros, pudieron disfrutar de esta tradición y de una comida de hermanamiento.

El lugar elegido para comenzar el día fue el Museo del Oro de Navelgas, desde donde los participantes se desplazaron hasta La Cabuerna, en Pola de Allande. Allí, en el río, los buscadores de oro se pusieron manos a la obra, con la ayuda de una batea, en su afán por hallar las pepitas del preciado material. Los avellanos y abedules creaban una fresca sombra que los cobijaba del sol de justicia del exterior. Con la batea en la mano, introducían un poco de arena del fondo en ella y, con un movimiento circular, las pepitas poco a poco iban apareciendo.

El promotor de este evento anual, Luis Sanfiz, descendiente de Enrique Sanfiz, asegura que la idea surgió para recordar al precursor del bateo en la zona, y «para apoyar a todos los que actualmente están empezando».

Y es que «nadie puede vivir del oro», afirma. «Es un recurso que actualmente tan sólo se explota desde un punto de vista turístico y cultural».

La jornada se completó con la presentación del libro de Emilio Pérez sobre la minería en la comarca de Navelgas y la charla del joyero Lucas Santiago sobre las joyas y el bateo.

Al río acudieron familias de, entre otros lugares, Oviedo, Pamplona, Holanda, Málaga o Madrid, de donde provenía la familia García López, que, con sus tres hijos, disfrutaron bateando en el río.

No hubo rastro de la gran pepita, que aún está por hallar, pero, al menos, esta vez se han llevado una buena experiencia y, cómo no, las pequeñas muestras de oro que hayan podido encontrar.