Oviedo, M. GANCEDO

¿Quién quiere un gimnasio teniendo todo un planeta? Es lo que piensan los llamados «traceur», o lo que es lo mismo, los atletas de Parkour. Este movimiento gimnástico nació hace veinte años, allá por los 80, de mano de George Hébert. Cuentan que se inspiró en la facilidad de los aborígenes africanos para desplazarse a gran velocidad durante las cacerías, solventado todos los obstáculos. «Parcour» significa recorrido en la lengua gala.

Y de la sabana africana a la ciudad. Y así se llega al Parkour, que se ha ido extendiendo por los cascos urbanos, donde sus seguidores en vez de sortear árboles sortean semáforos, aceras, escaleras y cualquier cosa que se les ponga por delante. Un vistazo al videoclip «Jump» de Madonna, de 2006, permite fácilmente hacerse una idea de lo que se habla.

Pero también una vuelta por Oviedo ayuda a descubrir este movimiento. Diego Téllez, Leandro Pousa y Julio Maribera lo practican. Aunque los comienzos del movimiento les pilló demasiado pequeños, ya que tienen 18 años, desde hace tres practican Parkour. Empezaron imitando a otros chavales de su clase, aunque han pasado de verlo como una moda pasajera a tomárselo más en serio.

Poco a poco se fueron informando de la práctica. Encontraron vídeos en internet de otros «traceurs» a los que imitaron, y de los que se servían para coger ideas. Aunque aseguran que «cada uno tiene su propia forma de realizar el mismo movimiento».

Ahora son ellos los que graban sus entrenamientos –en los que incluyen hasta algún mortal– para inspirar a otros chavales. Y lo consiguen. Muchos se acercan y les dicen que les gustaría aprender. Aunque añaden que «la mayoría se aburre cuando ven que se necesita tiempo». Maribera, el miembro más nuevo del trío, explica: «No puedes llegar y pretender hacer un doble mortal». Diego Téllez añade: «No se trata de correr riegos a lo tonto».

Estos «traceur» ovetenses lo practican a lo largo de todo el año, aunque reconocen que «en invierno no siempre se puede». Para ellos es cuestión de autosuperación, no de competición. Existen más miembros del grupo en Avilés, Gijón o Luanco.

Entre todos suman un total de diez, pero únicamente se reúnen tres o cuatro veces año. Estos encuentros, que se organizan a través de redes sociales, son una oportunidad perfecta «para compartir vivencias e intercambiar consejos», explican. «Nadie busca ganar», añaden.

Una de las ventajas del Parkour es que sus aficionados deben llevan una vida muy sana en la que no tiene cabida ni el alcohol, ni el tabaco, pero sí los bocatas y las bebidas energéticas. Por lo que se encuentran en perfecta forma física. «Se va adquiriendo a medida que se entrena», aseguran. «Nosotros no hemos pisado un gimnasio», confiesan. En poco tiempo se gana destreza y fondo, ya que «se trabaja con todas las partes del cuerpo», explica Maribera. Y la concentración es importante.

El Parkour es una práctica que engancha y no deja indiferente a nadie: ni a los que lo practican ni a los que se encuentran con las volteretas y cabriolas en el medio de la calle. A Diego Téllez le ha ayudado «a superar los miedos», asegura.

Sus movimientos fluidos y complicados a los que acompañan con ropas holgadas para «dar un mayor dinamismo», como ellos explican, tiene una buena acogida por las calles de la capital. Están acostumbrados a que los transeúntes formen corrillos a pesar de que suelen elegir calles poco concurridas. Cuentan con la admiración de sus amigos y el apoyo de sus familias. Aunque a veces hay personas que no lo ven tan bien. «Con lo bonita que es la vida cómo, la desaprovechais así», dicen que han llegado a escuchar.

Leandro Pousa confiesa que siempre ha sido «un poco mono». Este adolescente llegó de Uruguay hace cuatro años y entró en contacto con el Parkour mucho antes de saberlo: «Cuando era pequeño saltaba por los tejados, me subía por las paredes», explica. Fue cuando llegó a Oviedo y conoció a Diego Téllez cuando supo ponerle nombre a lo que hacía.

A sus padres no les sorprendieron cuando les dijeron que practicaban esta disciplina. Diego Téllez advierte con cierto humor, no obstante, de que que «a cualquier madre le gustan estos movimientos mientras no sea su hijo quien los hace». Los tres intentan que vean sus vídeos para que se tranquilicen. Eso sí, a las abuelas «las mantenemos al margen».

Es en el «Reino Unido donde está más reconocido y extendido», pero añaden que se está expandiendo muy rápido, y esperan «que se haga tan popular como el Skate». Mientras la fama del Parkour crece, ellos lo practican como una afición, que combinan con sus estudios.

De momento ya han rodado un videoclip musical con el grupo asturiano «Truequedart». En breve empiezan a la Universidad, pero piensan seguir practicando: «Hasta que el cuerpo aguante».