Gijón, J. L. ARGÜELLES

La «Semana negra» cumple veinticinco años. Y sus organizadores soplarán las velas del cuarto de siglo, si los jueces no lo impiden por la petición de suspensión cautelar hecha por la Asociación de Vecinos «Pando», en los terrenos de la clausurada Naval Gijón. Ahí, donde ya asoman las carpas y la osamenta de las atracciones de feria, los trabajadores del astillero dieron una dura batalla por conservar empleos y la respetada tradición de la construcción marítima. Por eso ayer, quizás, la organización del gran festival asturiano de literatura de género tuvo un agradecido recuerdo a esas luchas en la presentación del encuentro, que se alargará desde el próximo viernes, día 6, hasta el domingo 15. «Este espacio tiene un alto valor simbólico; reivindicamos ese espíritu de resistencia ante las adversidades y los recortes», manifestó José Luis Paraja, en representación de los organizadores.

Es una de las razones por las que la «Semana negra» se acoge en esta vigésima quinta edición a uno de los iconos de la conciencia obrera. El Museo del Novecento, en Milán, ha remitido a Gijón una gran reproducción de «El cuarto estado», el cuadro que Giuseppe Pelliza da Volpedo firmó en 1901 y al que el director Bernardo Bertolucci multiplicó su potencial simbólico con su película «Novecento». «Aquí vemos cuando la clase obrera es una clase», dijo Ángel de la Calle, responsable este año del programa literario del festival y de «A quemarropa».

La «Semana negra» tiene ese registro serio, que algunos de los más críticos con la cita relacionan con una izquierda de otro siglo, «trasnochada», dicen. Su director, el escritor Paco Ignacio Taibo, recién aterrizado en Asturias tras participar activamente en la campaña electoral mexicana (en favor de López Obrador, claro), ensayó otra definición: «Una mezcla de campamento saharaui con una Disneylandia para niños trotskistas». Pero hay también lugar para el humor crítico. De la Calle presentó a «Rufo», la siempre renovada mascota del evento. Este año es el «cirujanón» de cuchillo largo, de bisturí inmisericorde. Tras la figura ideada por Kike Herrero hay una crítica a la cascada de recortes sociales.

¿Una referencia, también, a la alcaldesa de Gijón, la forista y médica cirujana Carmen Moriyón? Nada se dijo, pero el presupuesto económico de la «Semana negra» ha ido menguando, mientras que el Festival Atlántico que promueve Foro y su concejal de Cultura, Carlos Rubiera, se estrenará este mes de julio con 206.000 euros, el doble que la «Semana».

Taibo hizo una defensa del «papel» que, a su juicio, debe jugar la cultura «en estos tiempos de política unipolar criminal». «Un ciudadano puede sobrevivir a muchas cosas, pero necesita la inteligencia», añadió. A la presentación acudió, además de la alcaldesa de Gijón, la consejera de Educación, Cultura y Deporte, Ana González. El recinto de la «Semana» tiene 40.000 metros cuadros, menos superficie que el año pasado.

Un encuentro con 143 autores, capitaneados por Ana María Matute

Gijón, J. L. A.

De las huelgas mineras del año 1962 al conflicto sirio. La «Semana negra» presentó ayer un programa que, como es ya habitual en el festival gijonés, apunta en distintas direcciones: de la actualidad local o internacional a la literatura fantástica; de la novela policíaca al reportaje. Las carpas del nuevo recinto, en los solares de Naval Gijón, junto a las dársenas cantábricas, se abrirán a un total de 143 autores, desde la académica Ana María Matute, premio «Cervantes» de 2010 y autora de una muy exigente narrativa de género («Olvidado rey Gudú», por ejemplo), hasta autores como Manuel Vilas, Javier Calvo o Agustín Fernández Mallo.

La programación musical incluye conciertos de «Darksun», Alfredo González, «Felpeyu», Pablo Moro, «Dr. Explosion», «Flying Padres», «The Pinker Tones», «Niños Mutantes» o «Pantano».