Cristina Macía (Madrid,1965) es la traductura al castellano de la serie de novelas «Canción de hielo y fuego», uno de los éxitos editoriales más extraordinarios de los últimos años a este y al otro lado del Atlántico, la gran obra de George R.R. Martin, una saga épica y una lucha por el poder: un fenómeno que ha traspasado las fronteras de la ficción y ha saltado a la realidad. Macía además es una de las responsables del Festival «Celsius 232» que echa a andar esta mañana con una red intricada de presentaciones de los mejores títulos de ciencia-ficción, aventuras o terror: un fin de semna fantástico.

-Cuando comenzó a traducir a George R. R. Martin, ¿lo veía venir?

-Ni yo, ni nadie. Pero, oye, igual otros tienen una bola de cristal mejor que la mía... Sólo encontré que eran novela excelentes, pero he traducido novelas excelentes que leyeron dos mil personas, con suerte. El bombazo fue posterior... y eso que cuando nosotros lo enganchamos llevaba rulando por Estados Unidos, tres o cuatro años. Nadie lo vio venir.

-George R. R. Martin, sí, ¿no?

-Se lo tendría que preguntar a él. Supongo que eso es con lo que sueña un autor. Pero, como él dice: «He hecho episodios piloto que me siguen pareciendo fantásticos, pero jamás fueron rodados siquiera». ¿Dónde está la chispa, la magia, dónde hacen clin y los mundo chocan? Sucedió esta vez.

-Leí declaraciones suyas en las que asegura que que la afición, el friquerío de «Juego de tronos», es porcentualmente más destacado en España que en los Estados Unidos.

-Sí, sí. Si comparamos con Francia o Italia, le diré que aquí desmesuradamente superior. «Desmesuradamente» quiere decir que sí, que los libros se venden, pero no al nivel de lo que se venden en España. Al tirón de la serie de televisión las ventas están arrancando en otros países, pero en España esto sucedió mucho antes que el estreno de la serie. En 2008, cuando Martin estuvo en la Semana Negra ya era una celebridad. Vinieron con camisetas con «Martin is coming» y la carpa estuvo a reventar, la gente sentada en el suelo.

-Cuando se enfrenta a la traducción del primer libro, de «Juego de tronos», ¿qué dificultad encuentra?

-Que asusta ver tantas páginas que te separan de la factura, pero, bueno, es broma. A mí me pagan por divertirme: toda la vida me han pagado por divertirme. Te dices: «Yo podría estar traduciendo manuales de ascensores y lo que estoy traduciendo son batallas, crímenes, luchas a espada, monstruos, intrigas palaciegas... por favor, me pagan por divertirme. ¿Cuál puede ser la dificultad? Con Martin estoy bastante familiarizada. Ya había traducido «Refugio del viento». Su prosa me es muy próxima.

-¿Cómo es la prosa original?

-No es fácil, pero se le puede leer en inglés poniendo un poco de interés. Tirando piedras contra mi tejado recomendaría, a quien pudiera, leer a Martin en inglés. Pero, sucede con todos los libros. Un traductor es un filtro que se interpone entre la obra y el lector. Siempre.

-Lo de «traduttore, traditore».

-Eso mismo. Yo intento ser lo menos traidora posible, pero la cuestión es que siempre voy a ser un filtro más. Si puedes beber de la fuente, ¿para qué vas a comprar agua embotellada?

-¿Cómo explicas el ímpetu lector de los aficionados que ya no esperan la traducción?

-En los últimos años la gente ha aprendido a leer en inglés. Y eso está muy bien. Han aprendido inglés de la misma manera que yo aprendí: tangándole el dinero que mi madre me daba para la matrícula de la Escuela Oficial y el transporte y me lo gasté en libros y en tebeos.

-¿Cómo se plantea su trabajo como traductora ahora que su trabajo coincide con el del propio Martin?

-Cuando la novela está concluida y editada en los Estados Unidos es cuando empieza mi trabajo. El funcionamiento fan no va con nosotros.

-O sea, no traduce por pedazos.

-No, no. De ninguna manera. Había publicado algún capítulo de regalo, pero ya me lo comí con patatas. Martin cambia hasta el último minuto. Gigamesh no funciona como fan.

-Gigamesh no era una editorial supersónica como para haber pillado un fenómeno tan gordo.

-Cuando esto empezó, nadie lo quería, pero porque no tienen ojo. ¿Qué voy a decir? Lo lamento. A nadie se le ocurrió publicarlo cuando todo esto empezó.

-¿Por qué traduce los topónimos?

-En inglés quedan horrorosamente mal. El inglés no es la lengua franca. El castellano es el idioma del resto del libro.

-¿Le gusta la serie?

-Mucho.

George R. R. Martin ofrece, a partir de las 12.00 horas, una rueda de prensa. En el Hotel Palacio de Ferrera. Sin embargo, los actos del Festival «Celsius 232» comienzan unos minutos antes: A las 11.00, se presenta «Gigantes del sueño», de Rosy Martínez Tello. A las 11.30, «La leyenda de Jay-Troy: el inmortal», de Daniel Menéndez. A las 12.00 horas, «El jardín impío» de Juan Miguel Fernández.

A las 12.30 horas, se presentará «El baile de los secretos», de Jesús Cañadas. A las13.00 horas Jesús Palacios presentará «Paisajes del Apocalipsis» y otras antologías de Valdemar. Media hora después, «La cocina de los monstruos» de Martín Piñol (El Chef Zombi). Todas estas actividades, en la carpa de actividafes.

A las 17.00 se presentarán las novedades de la editorial La biblioteca del laberinto y cuarenta y cinco minutos tomará el relevo Joe Abercrombie. A partir de las 20.00, los herederos de Mary Shelley tomarán el auditorio de la Casa de Cultura.

«Cuando la novela está concluida y editada es cuando empieza mi trabajo como traductora»