Sir Martin Frobisher era tonto. Muy tonto. Intentó encontrar el paso del Noroeste y se quedó a mitad de camino. El sitio al que arribó ahora se llama como él: bahía de Frobisher, en la Canadá más helada. Dirigía una expedición exploratoria en 1577 y descubrió el oro de los tontos. El oro de los tontos es pirita, un mineral del grupo de los sulfuros cuya fórmula química es FeS2. Cargó 200 toneladas de pirita, descargó en Londres y volvió a embarcarse en dirección a la bahía de su nombre. Entonces abrió unas minas y extrajo mil y pico de toneladas más. Pensaba que se había hecho rico, que era un tipo luminoso, brillante, un lumbrera. En Londres se cayó de la mula. Que no, que eso no es oro. Tonto, se enroló en la campaña del pirata Drake contra la América Española. Y también luchó contra la Armada Invencible. Y ahí le dieron el título de Sir. Y el tonto de Martin Frobisher entonces se engrandonó y se engrandonó. Quería ser un explorador de los buenos y dejó su marca en una parte muy fría del fin del mundo. En 1594 marchó a Brest. Y recibió una herida de bala en una fortaleza en poder español y debido a la mala atención médica se murió. El tonto.