La decena de títulos de su exitosa serie «Águila», desde «El águila del Imperio» a «Pretoriano», publicada hace dos años, lo han convertido en autor de fama internacional y en una de las referencias de la novela histórica, un género en el que milita convencido de su poder para «trazar puentes» entre el pasado y el presente, pero también de sus capacidades para ofrecernos un «sentido» de nuestra presencia en el mundo. Simon Scarrow (1962) ha sido pieza codiciada durante años por los organizadores de la «Semana negra», según confiesa su director de contenidos, Ángel de la Calle, así que ayer se mezclaron expectación y satisfacción por escuchar a un escritor que sabe, además, introducir el hilo detectivesco en sus narraciones. «Escribir sobre la antigua Roma me permite hablar de la actualidad», afirma.

Nacido en Lagos (Nigeria), este escritor inglés es hijo de una familia que recorrió algunos de los territorios del Imperio británico siguiendo al padre, que fue primero militar y después banquero. Y explica que su vocación por la literatura, que al final ha podido con su amor por la enseñanza, surgió en un internado al ver la reacción de sus compañeros ante sus historias, cuyo final iba demorando de una jornada a otra. «Nunca pensé que podría ser un escritor profesional», confiesa, hasta que la lectura de un par de artículos le permitieron dar con la clave de su propia escritura: «Encontrar una voz del pueblo para contar la historia de la antigua Roma». Y de ahí surge el personaje de Quinto Licinio Cato y su peripecia legionaria. «La serie "Águila" me ha permitido mezclar el género histórico con el detectivesco», dice, antes de subrayar los «grandes paralelismos» que hay, a su juicio, entre el Imperio romano y Estados Unidos.

«No soy antiamericano, pero a Estados Unidos le sucede igual que a Roma: tienen tantas cosas buenas como malas», resalta Simon Scarrow. Y añade: «Son los que más deberían leer sobre Roma y su historia, pero los que menos lo hacen». Deja claro que el «tema» del Imperio romano es, en realidad», «más amplio de lo que parece», lo que le permite trazar lineas de contacto con la historia reciente: «Igual que el lector empatiza con los celtas, puede hacerlo también con los pueblos ahora subyugados».

«Somos víctimas e hijos de la historia», entona Simon Scarrow, aunque, como él mismo indica, pocas veces saquemos lecciones de esa gran maestra de vida, según la conocida definición de Cicerón. El escritor pone el ejemplo de sus compatriotas, que han invadido hasta en tres ocasiones Afganistán. ¿Por qué eligió la antigua Roma para su saga y no otros imperios, como el español o el inglés? «Bueno, es el imperio por antonomasia, y, además, escribir del británico, por ejemplo, sería más comprometido», relata.

Simon Scarrow es autor, también, de la serie «Revolución», que se inició con «Sangre joven». Traza ahí, a la manera de Plutarco, las «vidas paralelas» de Napoleón y el duque de Wellington. Tiene en marcha, asimismo, una entrega de novelas dirigidas al público juvenil. Entregó a la estampa hace dos años «Gladiador: la lucha por la libertad». ¿Otra vez la antigua Roma? Pues, sí: «Estoy harto de las historias de magia y zombis».